martes, 7 de septiembre de 2010

Submarino


De verdad, sin ironías; es muy interesante ver lo que los antiguos dogmáticos están haciendo con su cine. La última de Lars Von Trier, Antichrist, ya sabía emplear, al estilo de David Lynch, la rayadura de cabeza como mercancía, acercándose peligrosamente al rollo matrixero que tan bien se vende en determinados círculos de amantes del cine de acción, sangre y tiros, disfrazados, esosí, de cinéfilos independientes.

Pero bueno, al fin y al cabo es Lars Von Trier, y se merece el beneficio de la duda por haber hecho tantas cosas tan valientes a lo largo de su vida.

Pero este Thomas Vinterberg, cofundador de la escuela del Dogma, éste sí que no tiene perdón de dios. Submarino, que se está presentando ahora en las salas, es una ñoñería de las que hacen época. A tomar por culo aquellas ideas tan bonitas en contra de las acciones superficiales, contra la ternura ilusoria, contra la autoridad del realizador. A tomar por culo el voto de castidad. Venga a acostarse con el cine más baboso y más comercial.

Y cuando uno habla así del cine comercial y se lo echa a la cara a directores como este Vinterberg, la cosa ya no se reduce a una cuestión económica o política. La crítica es sobretodo una crítica de orden moral, porque lo que ellos planteaban en el Manifiesto era (y ole sus cojones) una serie de principios morales con que combatir el imperio de un tipo de cine que, en su manera de ver (y en el nuestro) inundaba, entorpecía y embrutecía a la gente, impidiendo el desarrollo de la conciencia de un cambio en la sociedad que era y sigue siendo absolutamente necesario.

Cuando uno se da cuenta de que ahora, después de 15 años, ellos están haciendo lo mismo que antaño combatían, y que sus películas buscan el reconocimiento del espectador a través de sentimientos facilones e historias irreales y llenas de "ternura ilusoria", la cosa se vuelve mucho más seria y más dolorosa.

Yo ya no quiero decir más, porque me pongo a mí mismo de mala leche.

Sólo dejaría escrita la sinopsis de la peli Submarino, para quien la quiera leer y ahorrarse de paso el esfuerzo de ir a verla: un niño huerfanito de madre se queda huerfanito también de su padre, que era yonqui pero a pesar de todo lo quería y lo cuidaba mucho y se preocupaba todo el rato por él. Entonces un tío suyo, que es alcohólico y un poco animal de bellota, pero también bueno en sus adentros, lo acaba adoptando como hijo suyo y así encuentra una ilusión para vivir y para expurgar una culpa que él tenía de antes, de cuando él también era niño y le tocaba cuidar a un hermanito suyo bebé, porque su madre, la abuela del huerfanito, era drogona, y al final se murió.