martes, 26 de noviembre de 2013

Redada racista en Rumanía


Morgen. Marian Crisan. 
Rumanía / Francia / Hungría. 2010.

domingo, 10 de noviembre de 2013

El rito angelito


Violeta se fue a los cielos. 
Andrés Wood. 2011.

lunes, 4 de noviembre de 2013

Bebible

Muy bebible, con fondo lacrimoso y un cierto toque a nubes.


Innisfree. José Luis Guerín. 1990.

viernes, 18 de octubre de 2013

Despierta, destapia


Ursula Meier. Home.  
Suiza / Francia / Bélgica. 2008

jueves, 17 de octubre de 2013

Amor siluro

Las pelis de Semih Kaplanoglu fueron sin duda el mejor descubrimiento cinematográfico que hicimos el año pasado. Su trilogía sobre la vida de provincias en la región turca del Mar Negro (Yumurta [Huevo], 2007; Sut [Leche], 2008, y Bal [Miel], 2010), que pudimos disfrutar durante unas semanas en el cine Golem de Madrid, nos despertó un amor indescriptible por ese cine escurridizo, simbólico y solo en apariencia sencillo que, como por arte de magia, está surgiendo de forma parecida en lugares muy distantes del planeta, especialmente en eso que los capitalistas llaman "países emergentes".

Siempre a la sombra del maravilloso cine iraní de los noventa, emociona darse cuenta que Kaplanoglu cuenta historias de la vida cotidiana en pequeñas localidades de provincias de la misma manera que las cuentan los argentinos Mariano Llinás, Lucrecia Martel o Lisandro Alonso, o Jairo Boisier en Chile, o Cristian Mungiu o Porumboiu en Rumanía, o Piotr Dumala en Polonia, o el chino Wang Bing, o el mexicano Reygadas, o Harutyun Khachatryan, el increíble documentalista armenio.

No hablamos de odas a la descansada vida aldeana, nada de eso. Por lo general lo que analizan estas películas es la vida semiurbanita de la gente que habita en zonas medio industrializadas del mundo, muchas veces alejadas cientos de kilómetros de las grandes megalópolis, de los grandes núcleos de población que normalmente ambientan y protagonizan las películas que llegan a nuestros cines desde la "periferia" del mundo. En definitiva, hablan de la vida que vive aproximadamente la mitad de los habitantes de este planeta.

Parece como si estos narradores de historias se hubieran dado cuenta de que esa existencia falsamente inocua de mujeres y hombres corrientes que habitan espacios sin demasiad gracia merece toda la atención en estos tiempos que corren. Por una parte es un universo en peligro de extinción, puesto que el acecho de la burbuja inmobiliaria y la sobrepoblación mundial hacen que en breve estas regiones puedan convertirse en simples extensiones, maquinales espejismos de lo que pasa en las grandes capitales. Y al mismo tiempo, podría ser que la estafa económica global que estamos presenciando provoque un retorno masivo hacia estas zonas, como ya está ocurriendo en España.

En todo caso, fotografías dilatadas, sin más ornamentos que la belleza del paisaje, y relatos sosegados, sin forzar los argumentos, parecen la elección más digna a la hora de acercarse a mirar a estos seres humanos, como el lechero de Sut, cuya tensa existencia tranquila podría estar a punto de alterarse para siempre.

miércoles, 16 de octubre de 2013

La paciencia de los adoquines

Sin las ñoñerías habituales de las historias que desde Europa pretenden hablar de la religión y el machismo en el "Tercer Mundo", el escritor afgano Fatiq Rahimí ha hecho de su novela La piedra de la paciencia una obra completa. Golshifteh Farahaní, actriz iraní perseguida por la teocracia de machirulos capitalistas de su país y actualmente exiliada en Italia, encarna a la perfección a esa víctima universal del patriarcado y de la psicosis colectiva que para Freud era la religión: una madre joven que podría vivir en Afganistán igual que en Francia, en Galicia o en Marruecos, donde están rodadas la mayoría de las pocas escenas de exteriores que hay en la película. Al lado del patriarcado y de la religión, en perfecta simbiosis, conviven siempre el capitalismo y la guerra, cuyas consecuencias devastadoras son siempre infinitamente más duras para las mujeres.

El persa antiguo (farsi dari) de la mitad de los habitantes de Afganistán, como el castellano viejo de Carmen Sotillo en Cinco horas con Mario, sirve al personaje interpretado por la maravillosa Golshifteh para canalizar su personal revancha contra ese mundo controlado por hombres paranoicos que viven sometidos a un Dios que guía y persigue cada uno de sus gestos, incluidos los de la vida íntima, y que proyectan su sometimiento cobarde a ese Dios entrometido en forma de violencia contra sus mujeres.

La delicadeza, la serenidad y la sinceridad de esta película hecha por dos exiliados en Europa (Rahimí, afgano viviendo en Francia, y Golshifteh Farahaní, iraní expulsada a Italia) me ha traído al recuerdo, por contraste, la violencia barata, el espectáculo y la propaganda socialdemócrata de una película que vi hace tiempo: Die Fremde (Cuando partimos, 2010), de uno de esos alemanes descendientes de turcos, estómago agradecido a la Europa de las oportunidades, llamado Feo Aladag.

Esas películas alemanas que intentan repetir facilonamente el merecido éxito de Fatih Akin con su Gegen die Wand (Contra la pared, 2004) son un poco el contrapunto de La piedra de la paciencia. Intentan hablar de la violencia endémica de los machos cabríos en territorios dominados por el Islam, pero con los recursos del esteoreotipo cinematográfico occidental, que en sí mismos son también machistas: la violencia explícita, la acción, la musiquita climática y, lo que es peor, una visión maniquea del mundo que acaba destilando propaganda en favor de la Europa del bienestar y la multiculturalidad frente al Oriente Medio y medieval intransigente. En ese sentido, La piedra de la paciencia, caída en las manos inadecuadas de un lado (Bernard-Henri Levy y sus amigos, por ejemplo) o del otro (algún ulema pajero tipo el Mulá Omar de Afganistán) podría convertirse en objeto de halagos o "fatuas" que otorguen a esta película un éxito dañino. 

Aunque no creo que ocurra. La película es tan buena y refleja con tanta precisión y sutileza el sufrimiento de las mujeres en el mundo, que no creo que le permitan pasar de los galardones en el FICXixón y en algún que otro festival para gafapastis reconvertidos en activistas de butacón. Porque la mayoría de los espectadores, en el fondo y aunque algunos tengamos nuestros micromachismos, somos alarmantemente sensibles. 

La lucha en las calles contra quienes intentan imponernos su miseria mental bien merece un respiro en el cine con La piedra de la paciencia, de Fatih Rahimí.


martes, 15 de octubre de 2013

Japositivas


Taiyô no hakaba (El entierro del sol). 
Nagisa Oshima. Japón. 1960.

jueves, 26 de septiembre de 2013

Propaganda sionista

Propaganda subliminal sionista en películas guays del cine "independiente" norteamericano.
- ELLA: He estado leyendo sobre esos niños que crecen en zonas de guerra. Ya sabes, palestinos, israelíes, salvadoreños, camboyanos. Esos niños son increíbles.
(...)
- ELLA: Quiero escribir un libro de reflexión política sobre estos niños. Escucha. Mírame. Hay una conferencia en Jerusalén en un par de semanas y voy a empezar a hacer algunas entrevistas allí.  
- ÉL: Guau, guau, guau, guau.

viernes, 17 de mayo de 2013

Macrorredada racista en Lavapiés

Esto es una tarde cualquiera en Lavapiés. Nueve furgones de Policía Nacional. Dos de Policía Municipal, diez coches patrulla, unos cincuenta agentes, aterrizan hacia las ocho de la tarde en la plaza. Mientras unos uniformados ponen un cordón con cinta en el perímetro de la plaza, otros (mitad de uniforme y mitad de paisano) empiezan a entrar a los locales de la plaza donde saben que suele haber personas migrantes. Invaden las casas de apuestas, las fruterías, las tiendas de menaje y electrodomésticos, los kebabs. El círculo hecho con la cinta se convierte en una red infranqueable de la que solo se puede salir con el permiso explícito de algún agente. Dentro de los locales, los policías ponen a las personas de piel oscura contra la pared. Los registran, les piden documentación. A los que no portan papeles que demuestren su permiso de residencia en regla, los van sacando de uno en uno hasta que los furgones están lo suficientemente llenos como para llevárselos a la comisaría de Leganitos, o a la de Aluche, o quizás al CIE, a la espera de que salga un avión directo a sus países de origen o a algún otro con el que el Gobierno de España tenga convenio de repatriación y esté más o menos cerca.

Ayer en mi barrio la Policía Nacional secuestró delante de nuestros ojos al menos a diecinueve vecinos. Las cien o ciento cincuenta personas que nos acercamos a ver qué pasaba terminamos protestando, les gritamos "racistas" a los policías, les dijimos que se fueran de nuestro barrio, que se marcharan al distrito de Salamanca o a La Moraleja a detener ladrones de verdad si eran tan valientes. Les seguimos increpando hasta que se fueron de nuestra plaza, hacia las nueve o las nueve y cuarto de la noche. Los policías se reían de nosotros cuando les gritábamos. En su cara, los pocos que no iban tapados con sus bragas hasta los ojos, se notaba el odio, el odio racista que nace de la ignorancia, la violencia y la burricie del Estado. Algunos se acariciaban una y otra vez la culata de sus pistolas, como esos hombres pervertidos que se pasan el rato atusándose sus partes en lugares públicos, como demostración de poder y de hombría.

Nuestros vecinos africanos, los más valientes y los más hartos de este acoso diario contra ellos, se pusieron en la primera fila de la manifestación espontánea ayer por la tarde, mientras los furgones de la policía continuaban su caravana de la vergüenza por la Calle de Valencia. En un momento hubo una breve carga de los antidisturbios que escoltaban aquella procesión de "grilleras" repletas de hombres pobres a los que les esperaban, en el mejor de los casos, dos días de reclusión en los hediondos calabozos del sótano de la comisaría de Leganitos, si no sesenta días en el Centro de Internamiento de Extranjeros de Aluche o, en el peor de los supuestos, la ejecución de su orden de expulsión mediante un viaje sin retorno, maniatados y con un pañuelo metido en la boca para evitar ser escuchados por la tripulación y el pasaje de su avión.

Tuvimos que correr para evitar que aquellos neonazis con cuerpos deformados por los anabolizantes nos aporreasen en plena calle. Hoy en esas empresas de comunicación (el Diario 20 Minutos, por ejemplo) con las que algunos de nuestros compañeros de asambleas todavía siguen colaborando, publican que lo que pasó ayer por la tarde en la Plaza de Lavapiés era un simple operativo policial contra el tráfico de droga y de objetos robados, al que unos pocos vecinos nos opusimos por considerarlo desmedido. Sin embargo, todos sabemos que fue una redada racista, porque Lavapiés en el fondo es como un pueblo y conocemos perfectamente a los vecinos a los que se llevaron. Quien no tiene un novio, tiene un amigo, y quien no un amigo, un vecino de edificio entre los que ayer fueron desaparecidos de nuestro barrio. Somos perfectamente conscientes de que el único delito que habían cometido era el de ser personas africanas o bangladeshíes y que el motivo de su secuestro fue de orden estrictamente  racista.

A pesar de todo, nuestra respuesta fue tan tibia que no creo que impidiésemos ni uno de los secuestros que desde la Delegación del Gobierno o la Jefatura de Policía les habían fijado a sus perros guardianes como cupo de detenciones para ayer por la tarde.

En los prolegómenos del Tercer Reich, en los primeros meses de gobierno del NP en Sudáfrica, este tipo de "razzias" por perfil étnico se producían también a diario. Luego pasó lo que todos sabemos, pero parece que solo unos pocos tenemos presente. En Madrid, solo una reacción contundente de la gente de a pie en las calles, enfrentándose cara a cara con la policía y asumiendo los riesgos hacia su integridad física y su libertad que eso supone, podrá detener esta nueva oleada de fascismo promocionada por quienes nos gobiernan y ejecutada de forma certera por las bandas organizadas de neonazis que llenan los cuerpos de seguridad del Estado.

La lucha contra las redadas racistas que la Policía Nacional perpetra todos los días en nuestras paradas de metro, nuestros intercambiadores, nuestros locutorios y nuestras plazas debería ser la madre de las luchas actuales de los movimientos sociales, puesto que esos controles por perfil étnico, esos secuestros a mano armada, son sin lugar a dudas la cara más visible del fascismo hoy en nuestras calles.

Sin embargo, muchos de quienes participan en nuestras mismas manifestaciones y nuestras mismas asambleas parece que sigue mirando a otro lado, manipulados por sindicalistas y políticos a sueldo disfrazados ahora de plataformistas y anegados por conveniencia en el mar de las mareas ciudadanas.  En otras palabras, mucha de nuestra gente sigue absorta en las luchas (los desahucios hipotecarios, los recortes en sanidad y educación, las estafas en inversiones bancarias) de esa pequeña burguesía que se resiste a reconocer su pertenencia a la clase obrera, mientras en la puerta de su casa sujetos dominados por el odio racista secuestran, hostigan, torturan y discriminan con toda la impunidad del mundo a vecinos suyos por el mero hecho de tener aspecto de extranjeros y tener aspecto de pobres.
Si toda esa gente no se moviliza de inmediato contra la barbarie de las redadas racistas de la policía, los que ya hemos decidido hacerlo lo pagaremos bien caro. Y cuando los secuestrados, los hostigados y los discriminados en plena calle sean ellos, por ser ya los pobres o los más morenos, entonces será demasiado tarde.

martes, 14 de mayo de 2013

Bulgarestán

Funeraria. Sofía. Abril 2012.

Te hablan de las elecciones en Bulgaria, te explican su inestabilidad política, te cuentan que el líder de las derechas, Borisov, que ganó las elecciones con el 30% de los votos, tendrá que llegar a un acuerdo con el líder de las izquierdas, Stanishev, que quedó segundo con el 26%. Alertan de que el partido neonazi Attak sube dos escaños y ya es la cuarta fuerza política. Dicen que ese país pobre y lejano se enfrenta a un caos social si no se conforma pronto un gobierno fuerte de unidad nacional.

Pero nadie te cuenta que en Bulgaria en las últimas elecciones parlamentarias no fue a votar un 49,7% de la gente, lo que sumado a los inmigrantes sin derecho a voto (sobre todo africanos, albaneses, turcos y de las antiguas repúblicas soviéticas del Cáucaso) y a los miles de gitanos no registrados, hace mucho más de la mitad de la población de aquel país.

Si más de la mitad de la gente que vive en Bulgaria no quiere ese sistema, entonces, ¿quién lo mantiene?

¿Por qué no se muere?

http://results.cik.bg/pi2013/rezultati/index.html



martes, 22 de enero de 2013

No al engaño, dejad de mentir todos y largaos

Qué curioso, ni siquiera el muy progre Diario Público, ni la muy progre Sexta, ni Al Jazeera, con lo guay que es, te han contado que en Irak está ocurriendo una auténtica revolución popular sobre una enorme balsa de petróleo.. Tampoco las páginas de contrainfo de comunistas, izquierdosos y demás familia antiimperalista te dicen nada.
Hoy, en cambio,  Al Jazeera y Telesur informan de un ataque suicida de la rama de Al Qaeda en Iraq. http://www.aljazeera.com/news/middleeast/2013/01/2013122104646723656.html. http://www.telesurtv.net/articulos/2013/01/22/cuatro-explosiones-con-carro-bomba-dejan-17-muertos-en-irak-9466.html El Diario Público se explaya explicando los procederes salvajes de los islamistas de la rama de Al Qaeda en Argelia, los que asaltaron la planta petrolífera de In Amenas. http://www.publico.es/internacional/449284/ataron-con-alambre-a-un-centenar-de-rehenes-occidentales-y-les-colocaron-una-cuerda-al-cuello. The Guardian nos habla de los temibles combatientes de Al-Qaeda en Siria. http://www.guardian.co.uk/world/2013/jan/17/syria-crisis-alqaida-fighters-true-colours. El País dice que el ejército de Mali y Francia ya ha recuperado terreno a los yihadistas. http://internacional.elpais.com/internacional/2013/01/21/actualidad/1358788531_015354.html 
Por su parte, las cadenas de televisión en español del gobierno ruso y del gobierno iraní, seguidas por mucha gente como fuente fiable de contrainformación, hablan de un terrible ataque con bomba de los radicales islamistas en Siria http://actualidad.rt.com/ultima_hora/view/84381-muertos-atentado-coche-bomba-salamieh-siria y de la muerte de 7 talibán en un ataque de la OTAN en Afganistán, respectivamente. http://www.hispantv.es/DisplayNews/2013/01/22/210454/mueren-2-comandantes--7-taliban--afganistn
Pero de los millones de iraquíes reclamando libertad en las calles, nadie dice absolutamente nada.
http://iraqsolidaridad.wordpress.com/2013/01/21/las-manifestaciones-del-viernes-no-al-engano-maliki-deja-de-mentir-y-vete/
¿Te has parado a pensar por qué nadie te lo cuenta? ¿Cómo es posible que millones de seres humanos salgan a la calle a pedir el derrocamiento de un tirano y nadie en el mundo te lo cuente? ¿Cómo puede ser que la gente en Irak esté pidiendo la caída de un gobernante, Al-Maliki, que ha vendido los recursos del país al mismo tiempo a los contratistas norteamericanos y a los negociantes del régimen fascista de Irán? ¿No será que quienes te cuentan por ahí que son enemigos en el fondo son amigos íntimos? ¿Qué relación tiene el silencio sobre lo que está pasando en Irak con el bombo que le están dando, unos y otros, a la intervención colonial "antiislamista" en Mali y Argelia? Ay, ¿y si la geopolítica internacional no fuese tan difícil de entender como lo que te hacen creer? 
Como dice la gente en las calles de Irak: "No al engaño, dejad de mentir todos y largaos". 
 

miércoles, 16 de enero de 2013

Llámalo Partido

Los trepas, los guays de las asambleas, los díver, los incluyentes, los elocuentes, los enemigos de las siglas, los amigos de las performances, las zorras que mutaban, los que se escapaban por la puerta de atrás cuando las acciones se ponían chungas, los que siempre decían "salud y alegría" y nos llamaban a los demás amargos, tristes y aburridos. Esos no perdieron más el tiempo en las asambleas del 15-M. Caminaron por su lado y se buscaron el sustento. Ay, a veces el futuro se parece tanto a la historia de siempre.