jueves, 23 de febrero de 2012

Los cuentos chinos, las bolas de acero

Anteayer era miércoles, 21 de febrero de 2012. Anteayer irrumpió por las calles del centro de Madrid una potente manifestación no legalizada para repudiar la violencia de la Policía Nacional contra los estudiantes en la ciudad de Valencia. Por primera vez desde hace ya ni se sabe cuántas semanas, el número de los manifestantes, las circunstancias previas y, sobre todo, la rabia que demostrábamos sobre el asfalto, hizo que los antidisturbios prefirieran no reprimirnos. Ayer hacía ya casi nueve meses que se había concebido la revolución de Madrid, bajo un imprescindible principio de Arquímedes distorsionado: el volumen de la gente de nuestro cuerpo que hoy ha venido aquí a acampar o a manifestarse recibirá un empuje de abajo hacia arriba que le hará mañana el doble, o el triple, o diez veces más grande que el volumen de la gente que la policía se atreva a reprimir, apalear, o desaloje.

En realidad, ayer faltaba ya muy poco para el primer aniversario de la manifestación del colectivo “Juventud sin futuro”, que dio el pistoletazo de salida a las multitudinarias movilizaciones de la pasada primavera en Madrid. La emotividad del ambiente anoche en la plaza de Sol era exactamente el mismo del de aquella tarde del 7 de abril enfrente del museo Reina Sofía.

Muchos, a día de hoy, se reirán descarados al escuchar que alguien todavía llama “revolución” a ese movimiento fundamentalmente ciudadanista que se dio en llamar a sí mismo 15-M. Muchos, incluido este humilde redactor, se han sonrojado en más de una ocasión cuando le hemos puesto el nombre de “Spanish Revolution” a nuestras cachazudas acampadas, o de “Tahrir” o de “Kasba” a nuestras plazas de cemento concreto. Cuando el símbolo que nos une en nuestra red estos días responde a la etiqueta de #primaveravalenciana, algunos nos sentimos un poco ofuscados, dudamos de si seremos honestos o si, por el contrario, se nos estará yendo toda la fuerza por donde los peces dicen que se mueren.

Pero lo cierto es que hay una realidad esperanzadora que hace especial al Movimiento 15-M en Madrid, en su relación con el mundo. Cuando vemos imágenes del Argentinazo en 2001, o de las protestas en Teherán en mayo de 2009, o las de la primavera recurrente que brota en El Cairo cada dos o tres semanas, sentimos que lo que allí había era un montón de gente desarmada cuya única estructura era la rabia. En Madrid en cambio la estructura ha sido antes que la rabia. En estos nueve meses se ha configurado una intrincada red de asambleas barriales e interbarriales, con sus respectivos grupos de trabajo y comisiones que también se relacionan entre sí en el nivel barrial e interbarrial, y con su asamblea madre, la Asamblea Popular de Barrios y Pueblos de Madrid, la A.P.M., que todavía convive con la A.G.Sol, la asamblea general de cuando aún dormíamos en nuestra plaza del centro.

Todas estas asambleas siguen viviendo hoy día, y en estos nueve meses han fortalecido mucho su cascarón, que no sus entrañas. Existen, están ahí, aunque es muy cierto que, por falta de personal durante el invierno, no han podido sacar adelante con éxito muchas de sus propuestas de movilizaciones. Ni siquiera, algunas semanas, han logrado constituirse. Pero si las nuevas oleadas de gente airada que salga a la calle en las próximas semanas o meses saben canalizarse hacia esta estructura ya creada (y no caer en las garras de los sindicatos traidores, por ejemplo), si la rabia va en aumento, el hecho de haber sabido fortalecer y mantener esa estructura habrá sido algo crucial. Con el esqueleto ya hecho, sólo nos falta el músculo y la víscera para convertirnos en un verdadero cuerpo revolucionario. El poder de cambio real en esta ciudad, el potencial del 15-M madrileño, se multiplica exponencialmente con una organización sólida a nuestras espaldas. Porque no es lo mismo salir a la calle a derrotar un gobierno, para que después se ponga otro, que salir a la calle con una alternativa política, organizada, precocinada y encima simpática a la mayoría de la población.

Del potencial revolucionario de esta magnífica estructura asamblearia no son conscientes muchos agoreros, que en algún momento colaboraron y fueron amables con el 15-M, y que desde hace meses andan por ahí prediciendo su muerte. En general, si hacen eso, es porque ya no están dentro. Los unos porque pertenecen a colectivos y organizaciones que se dicen revolucionarias y, por coherencia, han preferido replegarse a trabajar en sus covachas a seguir entregando sus esfuerzos a esos españoletes aburguesados que, en asambleas y manifestaciones, todavía siguen reproduciendo obscenamente los eslóganes más putrefactos de los políticos liberales. Los otros que han desaparecido del Movimiento quizá sean los más numerosos: son los miembros de una clase social desclasada cuyo único objetivo al acercarse a las asambleas del 15-M fue que por fin, por una vez en su vida, más de cuatro personas a la vez escuchasen algo que en la intimidad se les había ocurrido. Buscaban en las asambleas los amigos con quien tomar el vermú los domingos o las cañas entresemana, mientras hacían como que hacían algo por una causa socialmente regeneradora. Cuando vieron que muchos de los que íbamos quedando en realidad teníamos ganas de revolver, como un calcetín, el mundo, tuvieron que irse sin escándalo.

Si lo miramos bien, no es trivial ninguna de las respectivas causas de los que, quizá hasta anteayer día 21 de febrero de 2011, se han ido apartando del 15-M. Porque ser de corazón revolucionario y avergonzarse de compartir tu tiempo con seres humanos obsesionados con su inmerecido estado de bienestar es tan legítimo, tan potente y tan humano como ser un burgués acomodado que, habiéndose dado cuenta ya de lo solo que uno vive en estas ciudades descarnadas por el capitalismo y el consumo, se retira a seguir disfrutando, mientras duren, de los pocos privilegios que injustamente le han sido otorgados por nacer aquí en vez de en ningún otro sitio.

Lo que sí me parece criticable es que ambos grupos humanos “ex-15-M” (los rebeldes y los acomodados) anden por ahí prediciendo, medio golosos, nuestro fenecimiento. Ponen así en bandeja toda nuestra fuerza a organizaciones reaccionarias, como CCOO o UGT, o sus brazos políticos IU o PSOE, carroñeros que se alimentarán de nuestra carne muerta, previamente reblandecida por los palos.

En fin, la importancia de lo vivido hace dos noches por las calles del centro de Madrid se puede calibrar por el tono del artículo que un mercenario de la comunicación como F. Javier Barroso publicó enseguida en la hoja parroquial de El País. Volvemos a las andadas de la noche del 15 de mayo de 2011 o de la noche del 7 de abril. Desde los medios de comunicación hegemónicos (los “progres” y los “fachendosos”, que son propiedad de los mismos) vuelven a intentar mandarnos al averno de los “radicales”. Con ese sambenito intentan, como si nada hubiera pasado en todo un año, volver a significarnos. Eso quiere decir, obviamente, que les damos miedo, que caminamos.

http://ccaa.elpais.com/ccaa/2012/02/21/madrid/1329852406_326713.html

Fíjense en la primera oración del primer titular, antes de la entradilla. En realidad, es la primera información que se transmite en todo el artículo: “Los manifestantes insultan a la policía”. Es la misma aserción con la que se cierra la parte de la crónica dedicada a Madrid: "Los concentrados han insultado (sic) los agentes de policía y, poco a poco, se han ido disolviendo."

¿Por qué esa obsesión con nuestros insultos? ¿Por qué, para ser ecuánimes, no se mencionan en ningún momento los dos amagos serios de carga policial con que los policías de las UIP nos insultaron a los manifestantes anoche, y que, como respuesta, motivaron nuestras dos mejores arreciadas de cánticos? ¿Por qué no se cuenta que los antidisturbios sacaron en dos ocasiones sus escopetas Franchi Modelo SPS 350 que sirven para lanzar pelotas de goma, y que amenazaron con ellas a personas que estaban cantando a menos de tres metros de ellos? ¿Es que eso no representa un insulto? ¿No es información relevante para el periodista?

Y en todo caso, ya que el redactor siente especial fijación por nuestros insultos, ¿por qué no reproduce y analiza un poco su contenido?

Pues bien, tendremos que ser otros, que no hemos estudiado periodismo y que no estamos dispuestos a ser esclavos en esta vida, los que se lo contemos.

El contenido de los tres insultos que más corearon los manifestantes contra las fuerzas del orden hace dos noches en Sol fueron: “¡Qué valientes, pegando a adolescentes!”, “¡Antes eran grises, ahora son azules!” y “¡Vuestra coca no la pagamos!”

Reproducir nuestras tres consignas más insultantes del otro día supone provocar un ejercicio de reflexión en el lector que el redactor, servil con quienes le pagan, no está dispuesto a que la gente haga. Alguien desde su butaca en la empresa, fumando un puro, tiene miedo de que la gente empiece a pensar que los que nos manifestamos ayer en solidaridad con los heridos y detenidos en Valencia no somos tan descerebrados como para no saber usar la ironía, disponemos de cierta memoria histórica, y encima tenemos la suficiente experiencia en la vida como para darnos cuenta de que no son normales los ojos como platos y los rictus crispados con que los antidisturbios salen de las furgonetas cuando les ordenan apalearnos. Estamos seguros de que esas caras, esos gestos, y esa brutalidad con que acometen incluso a menores de edad, se deben a que alguien, quizás un mando procedente de otra época, les proporciona un alcaloide ilegal a precios fuera del mercado.

Además, en el cuerpo de la crónica publicada por F. Javier Barroso en El País hay otras cuantas mentiras, que en principio parecen insignificantes, casi fruto del despiste, pero que a mí por lo menos no me lo parecen tanto.

En el segundo párrafo, después de haber contado cómo los 3.000 manifestantes (¿3.000?) salieron de Sol y bajaron cortando la Gran Vía, dice: "enfrente del Ayuntamiento les esperaban varios vehículos policiales que les han obligado a desviarse hacia Colón." Ésa es una mentirijilla: nadie nos obligó a desviarnos a ningún lado. Éramos muchos, con bastante rabia, y las imágenes de la enorme manifestación de aquella misma tarde en Valencia habían circulado lo suficiente a esas horas como para que
la policía y sus jefes prefirieran no hacer absolutamente nada, no fuera a ser que al día siguiente nos juntáramos el doble de gente.

Y en el tercer párrafo viene lo más grave: "En algunos momentos el ambiente se ha caldeado con esporádicos lanzamientos de objetos contra el edificio del PP, entre ellos alguna bola de acero." Esto es absolutamente falso. Pueden creerme: nadie en esa primera fila había sido tan precavido de traerse de casa unas relucientes bolas de acero que lanzarles a los policías. Bolas, así sin más, son las que hay que tener para poner en riesgo con mentiras la vida y la integridad física de varios miles de jóvenes bien educados, comprometidos y valientes. Bolas, así sin más, son las que los periodistas como F. Javier Barroso seguirán estando obligados por sus jefes a meter en sus artículos, mientras que ellos mismos no se organicen en sus lugares de trabajo, se planten y luchen por defender su código deontológico.

Al fin y al cabo, este asunto de las pelotas de acero nos remite directamente a hace un año, y en el fondo nos convoca a la esperanza. En la crónica que el pasado 7 de abril de 2011 publicaron los redactores precarios de El País J.D. Quesada, I. Santaeulalia y M. Garijo, después de la exitosa manifestación de “Juventud sin Futuro”, también se nos tachaba de “manifestantes descontrolados”. Esto simplemente nos hace pensar que alguien está temblando entre las bambalinas del poder, porque la historia del año pasado va a volver a repetirse en Madrid en menos que canta un gallo, y encima en condiciones más favorables para los que de verdad queremos acabar con este sistema tirano y construir algo que de verdad sea nuevo:

La manifestación de 'Juventud Sin Futuro' acaba en bronca

Más de dos mil personas se manifiestan contra la precariedad, el paro y la privatización de la educación. Unos 300 manifestantes, fuera de control, cortan el tráfico en Atocha y Paseo del Prado.

http://elpais.com/elpais/2011/04/07/actualidad/1302164220_850215.html


Se abre el telón. Unos hombres grises, fumando cigarros puros en sus despachos, vuelven a soñar con hordas invasoras de muchachos.

miércoles, 1 de febrero de 2012

¡PAS!

Hola, compas,

Os informo un poco a matacaballo de lo que está pasando en la Carlos III. Ojalá desde las otras universidades podáis contar un poco lo que se cuece. Mejor dicho, creo que deberíamos tener asamblea de la sección este fin de semana para poner en común informaciones y pensar estrategias. Yo personalmente me siento a veces desbordado por lo acontecimientos y me da miedo meter la pataza en cualquier momento, así que lo agradecería mucho.

Ayer volvió a haber una asamblea bien grande en el campus de Leganés de la UC3M, con presencia mayoritaria de trabajadores PAS (unos 400 seríamos otra vez). La sala elegida para el evento era considerablemente más pequeña y sin micrófonos. Me acordé de que, en las asambleas de los profes de secundaria, CCOO solía hacer eso mismo: poner una sala de mierda, cuando la asamblea estaba creciendo y se le empezaba a subir a las barbas. Aunque quizá fuera una simple casualidad.

Sin embargo, la asamblea se hizo. No era demasiado ortodoxa, pero fue asamblea. El delegado de CGT (que ganó las últimas elecciones de PDI) se puso de gran jefe moderador y, aunque no hubo orden del día ni nada, consiguió desplazar y amohinar a los delegados de CCOO y UGT, unos pobres hombre viejunos que no son ni la mitad de guapos ni lampiños que él. Los secretarios del Servicio de Investigación que se pusieron cerca de mí en la última fila llegaron hablando de los carteles de CNT que había pegados por el campus. Decían, en ese tono de broma que resulta serio en la boca de los administrativos de carrera: "Ahora sí se armó la de dios. Vamos a las barricadas". Algo dijeron también de la anarquía, y luego se pusieron a hablar de un juego de ordenador en términos que desconozco.

Empezó la asamblea. Unos delegados de CCOO y UGT informaron de la reunión que acababan de tener con el rector. Luego el gran jefe guapo de CGT abrió un turno de palabra, sin más. Salieron cosas de lo más variopinto, como es obvio en una asamblea sin orden del día. Pero pronto intervinieron un par de chavales de Tomalafacultad y contaron las cosas que habíamos aprobado en nuestra asamblea anterior, especialmente las que tenían que ver con el método asambleario y con el apoyo de los estudiantes al PAS en este conflicto. Yo me acuerdo sobre todo de mi intervención, mal está que yo lo diga, que fue francamente emotiva (sobre todo para mí) y de la que creo que estaríais muy orgullosos también vosotros. Dije que me preocupaba que unos señores que no conocía de nada viniesen de una reunión con el rector sin habernos preguntado antes a nosotros, los miembros de esa asamblea, qué queríamos negociar. Dije que esos señores pertenecían a una organización vertical y, aunque fueran excelentes personas y compañeros, acabarían siempre haciendo lo que sus jefes les dijeran y pasando por encima de las opiniones nuestras. Hice dos propuestas: que continuásemos con nuestras movilizaciones hasta que el rector retirase cautelarmente, y en virtud de las leyes que protegen la autonomía universitaria (que sigo desnociendo), las medidas de ajuste contra el PAS; y que a las próximas reuniones entre sindicalistas y el equipo rector de la universidad acudiesen como observadores trabajadores de nuestra asamblea sin filiación sindical, que saliesen voluntarios ahí mismo.

El delegado de UGT se levantó enfurecido y me gritó (literalmente) que me identificase. Yo dije que trabajaba en el campus de Getafe como gestor de proyectos de investigación, callé como perro mi militancia (Durruti me perdone) y le pedí también a él que se identificase, porque tampoco yo le conocía ni le había visto más que una vez. No se identificó. Y en vista de la situación el moderador decidió seguir con el turno de palabra, pasándose por el forro mis propuestas. Al menos, una secretaria rubia de avanzada edad vino hasta mi lugar y me dio una palmadita en la espalda. Me dijo al oído: "Tú no te achantes". En lo que quedó de asamblea, no volví a decir ni una palabra más.

En definitiva, a medida que pasó el tiempo la asamblea se les fue escapando de las manos a los organizadores. Desde luego, no hubo el desmadre que había visto en aquellas asambleas de los profes de secundaria. La gente estuvo muy atenta hasta el final y se consiguieron aprobar (por votación, claro) varias cosas, que yo recuerde: una de ellas es una concentración mañana a las 11.30-12 frente al rectorado. La concentración será en la puerta del edificio con motivo de la reunión de los rectores de la CRUMA, estaba organizada de antemano por las secciones de universidad de CCOO y UGT, y nosotros decidimos en la asamblea sumarnos a la convocatoria y presionar allí con ruido hasta que los rectores dejen a alguien pasar adentro y leer un comunicado. Se intentó evitar así la situación del viernes pasado, en el honoris causa del ínclito dialectólogo Sánchez Albornoz, donde la mayoría de los trabajadores se quedó a la puerta mientras algunos intentábamos esquivar la barrera que habían hecho con pancartas y palos voladores de banderas unos liberados de CCOO y UGT en la puerta. Al final logramos entrar y pegamos cuatro voces en el salón de grados, cosa que a algunos pareció mal, y a otros no, incluido el estudiante contusionado por palo de bandera en el perineo ocular.

En la asamblea de ayer se aprobó también la consitución de tres comisiones o grupos de trabajo: una de comunicación, otra de coordinación, y otra para gestionar el tema de las camisetas (otra vez verdes como el trigo al que vuelve la burra). Yo me apunté en la primera junto a un chaval de Tomalafacultad que se dice anarquista autónomo y lo quisiera yo como cuñado.

Este chico, como autónomo que es, hoy ha decidido por su cuenta y riesgo quedarse dormido y no ha venido a la reunión, dejándome a mí solito frente al delegado de CCOO, la arpía de UGT, la compañera de CGT, el delegado autodefinido como "del sector crítico" de CCOO (Agustín Moreno 2) y dos secretarias locas con ganas de enredar. Todos juntos para consituirnos como Comisión de Coordinación, mientras yo seguía callando como perro y Durruti desde los avernos dándome con el sermón.

Yo intenté tirar del grupo y centrarle en la tarea de armar un orden del día para que la asamblea del próximo día sea más operativa. Pero al final la cosa se ha ido por los cerros de Úbeda y yo me he encontrado a mí mismo llamándole amablemente a la harpía de UGT traidora y recordándole pensionazos, reformazos y no sé qué más. El delegado de CCOO (el oficial), que por cierto se parece a supercoco, me ha dicho que ya veré yo cuando me haga grande como dejo de pensar esas cosas de críos. Y yo le agradecí de corazón el consejo. No sé si me enterneció su pelamen, su pocacosez o qué, pero no me cayó del todo mal el pobre hombre.

Al final hemos estado casi todo el tiempo redactando un comunicado que alguien (ellos erre que erre con que sea un delegado sindical, yo erre que erre con que sea un trabajador normal) leerá mañana delante de los rectores de la CRUMA si estos le permiten la entrada a su reunión después de la concentración. Agustín Moreno 2 (o a lo mejor el 1, que todavía me lo encuentro por aquí) se encargará de leerlo en un megáfono delante de la gente que nos concentremos allí y preguntará si nos parece bien que lo llevemos adentro. Es lo más democrático que a mí se me ha ocurrido proponer teniendo en cuenta el poco tiempo de que disponemos y el percal de aquella comisión de la que pienso ser el último que se baje.

Os adjunto el texto que ha salido para que os echéis a llorar conmigo, por favor.

La próxima reunión de esa comisión, con vistas a preparar la próxima asamblea (seguramente el martes y seguramente en el Salón de Grados del Campus de Getafe), es el lunes a las 4 de la tarde.

A ver si en nuestra asamblea de la sección, si es que la hacemos, conseguimos sacar alguna postura en común sobre lo que está pasando. Me da que la movilización está siendo muy diferente en las otras universidades de la Comunidad de Madrid. En Alcalá he oído que hay bastante movimiento, y en la Autónoma también. Pero de las otras, ¿sabemos algo?. Yo me comprometí a escribir un borrador de panfleto en la última asamblea general del sindicato, pero no tengo tiempo ni de respirar. A ver si alguien me echa un cable.

Salud, un abrazo,


Favila


P.S. Mientras estaba escribiéndoos este correo ha llegado una carta del rector a todos los trabajadores de la UC3M. También os la adjunto. El hijo de puta tiende la mano a CCOO y UGT. Estos se la tomarán. Ya lo veo venir: de las cuatro medidas (aumento de horas semanales de trabajo, reducción de días de vacaciones, eliminación de los días moscosos y rebaja de hasta el 50% del sueldo en caso de baja por enfermedad) quitarán la más jodida, la de las bajas por enfermedad, y colarán las demás. Los sindicatos aparecerán como héroes salvadores de la clase trabajadora, y el rector se frotará las manos. A los precarios nos irán echando a la calle con cuentagotas, y sin que nadie se entere ni se ponga camisetas ni calzoncillos ni chapas ni na.