viernes, 26 de febrero de 2010

Escombro

Street palíndromo


Ya decía yo que la tilde era rara. Que no era normal que un mensaje de ese tono cumpliese la regla de la RAE por la que las mayúsculas deben acentuarse, y encima también la de que los pronombres enclíticos cuentan como parte de la palabra a efectos de acentuación.

Bueno, mentira. Eso sólo lo pensé creo que una vez de las doscientas que pasé por delante del grafiti. En el resto fui urdiendo una oscura trama por la que una banda de tigres dominicanos se dedicaba a extorsionar a viejas del barrio con las excusa de follárselas. Y que en esa casa vivía una de esas viejecitas, un poco sobrealimentada ella, y que aquél era un mensaje del tigre capo al tigre benjamín, que todavía andaba con remilgos... Qué se yo.

Hasta que el otro día, ya cuando el mensaje muerdecolas estaba por borrarse, me di cuenta. Ay, si mi admirado Monterroso levantase la cabeza...

miércoles, 24 de febrero de 2010

Boda kurda

Gomgashtei dar Aragh.

Bahman Ghobadi. 2002.



A mí Ghobadi me parece un poco histérico. Me saturan bastante todos esos cambios de humor y de tono en tan poco tiempo. Sinceramente no lo alcanzo a comprender. Es posible que él mismo, en sus inicios, quisiera ser un poco el Kusturica del cine iraní, para enfrentarse con un toque cínico y agerrido a los discípulos de Kiarostami, los Makhmalbaf, Panahi y compañía, los sentimentales. Pero a mí ya te cuento que me sobrepasa, "me resulta inverosímil", como decía el otro.

Y eso que S., por ejemplo, dice que esta Gomgashtei dar Aragh es muy real, que el pueblo kurdo es así de visceral. Pero yo, sinceramente, no me lo creo. También he oído a varios iraníes decir que los kurdos de su país no son como los turcos o los de Iraq, que viven a gusto, muy integrados incluso en las grandes ciudades, y sin ningún afán de independencia. Chorradas.

La prueba de esa histeria de Ghobadi, aparte de los tormentos de su propia biografía (me suena que intentó suicidarse varias veces, que hoy vive exiliado ((doblemente)) en Europa, que su pareja, una periodista gringa, fue encarcelada este verano acusada por los tiranos de espionaje...), digo que la prueba de ese carácter histérico de Ghobadi es la pastelada de peli que le consagró aquí en España, la de Las tortugas también pueden volar (Lakposhta parvaz mikonand, 2004). Ahí, si mal no recuerdo, no había metralletas de risa, ni bodas que acaban en llantos, ni nada de esa locura que veíamos dos años antes. Había niños pobres del Kurdistán que intentaban echar a volar cometas entre las minas.

Lo que quiero decir es que Ghobadi, al fin y al cabo, es un gran consumidor de cine europeo y amolda su maravillosa materia prima un poco a lo que mejor conviene en cada caso. De hecho, en una entrevista una vez le escuché algo que me llegó al alma. Contaba cómo empezó a ir al cine en el pueblo de su abuelo, y cómo esa fascinación de niño se convirtió en una especie de sacrificio para él, una obligación. Literalmente creo que decía que él no podía entender que la gente fuera al cine a divertirse; que él, desde pequeño, había ido al cine para aprender. Algo tan entrañable como eso, creo que en Ghobadi se puede convertir con los años en algo dañino. De hecho su última película (que ya me han anunciado que es una caca, por cierto), Nadie sabe sobre gatos persas (Kasi az gorbehaye irani khabar nadare, 2009) , se une al social club de los documentales sobre música (Wenders, Trueba, Fatih Akin, Saura, su puta madre...) O sea que, igual que hace unos años parece que se ganaba San Sebastián con películas de niños y cometas, ahora para petarla en los cines independientes habría que hablar de músicos bajofonderos en un país del tercer mundo.

Bueno, esperemos a ver Los gatos persas. Que es que somos de un prejuicioso, chico.

martes, 23 de febrero de 2010

La Modelo

Pues sí, señora,

Disculpe el engreimiento, pero voy a enseñarle su propio país.

Colombia es una cárcel, y la Cárcel Modelo de Bogotá, una reproducción en miniatura de su país.
Ya sé que usted, que se crió en Cedritos, y que debía de llevar la vista perdida en su trayecto diario de colectivo hasta la Universidad de los Andes, no va a dar crédito a lo que yo le digo. Pero en la cárcel de su ciudad, igual que en las calles, hay restaurantes de lujo mientras otra gente no tiene qué comer, hay un ala para guerrilleros y otra para paracos, todos ellos van armados, se paga por todo, se alquila el metro cuadrado de patio, se mata, se extorsiona...

En la Cárcel Modelo de Bogotá hay un preso italiano que hace "filet mignon" para quien puede pagárselo, y con lo que saca al mes manda dinero a su hijo en Europa, paga el recibo de la TV por satélite y del gimnasio donde hace spinning en los ratos libres. Todo ello en la cárcel que es modelo de Bogotá.

¿Qué me está diciendo, heñora, que no se lo puede creer?
Pues eche un vistazo, coño.

http://www.tercerainformacion.es/spip.php?article12904




La Modelo, la prison de Bogota.
Tony Comity Productions. 2002


lunes, 22 de febrero de 2010

Colobombia




Bagatela
Jorge Caballero. 2008

Qué horror, ya casi no me acordaba de ese tonito de los "doctores" colombianos. Lo he recordado al escuchar el discurso del sinvergüenza del juez este. Es que no se pierdan lo que dice antes de dictar sentencia: "Yo hice un libro en el año 2003, y allí decía que el 60% del pueblo colombiano es pobre", y fíjense, por dios, en las modulaciones, las inflexiones, el regusto de estar oyéndose a sí mismo. Cuando lo que en realidad está haciendo el gran hijo de puta es condenar a dos tipos a muerte. Porque la muerte es, sin ninguna hipérbole, la cárcel de Bogotá. Para el 60 % de los que son pobres y no tienen con qué alquilar un cuarto, comprar un plato de comida, o pagar el impuesto por portar un arma de fuego entre rejas.

Colombia está llena de estos doctores, autoridades de pacotilla que escriben libros y hablan así, encopetados, mientras el pueblo los reverencia como a sumos sacerdotes: "doctor Giraldo", "doctor Ospina, su mersé", "por aquí a la orden". Ellos son, sin ninguna duda, los primeros culpables de la sangría de su pueblo.

Pero ojo, cuidado con el que se atreva a pensar "muerte a los doctorsitos". En Colombia sólo el hecho de informarte un poco y poner a temblar la autoridad de estos mequetrefes te puede costar bien caro:

http://www.rebelion.org/noticia.php?id=100967

viernes, 19 de febrero de 2010

Fantasma

Hace unos meses vi en una de estas páginas de contrainformación (no sé si Indymedia o La Haine) cómo ponían a caer de un burro a la Naomi Klein. Estaban hablando de las revueltas en Atenas en el primer aniversario del asesinato de Alexandros Grigoropoulos, y contaban cómo la gente, desde un centro okupado, luchaba por reorganizarse y escapar de la brutal represión policial, mientras la Klein, allí mismo, "se dedicaba a vender sus libros."

Yo había seguido mucho a Naomi Klein. Incluso más que la Mazagatos a Vargas Llosa, porque en realidad había visto un documental suyo, aquél sobre la ocupación de fábricas en Argentina (La toma, 2004). Y la verdad es que me había gustado mucho. Pero también es cierto que hasta esta The Shock Doctrine no la había conocido en todo su esplendor, con su traje de chaqueta y su media melenita.

A nosotros, por nuestra cultura, nos cuesta mucho comprender esa moralidad anglosajona, ese estado positivo de mente por el que es lícito comer la oreja a la gente desde un púlpito sin sentir vergüenza propia, siempre que la prédica se haga, eso sí, desde el sacrificio, el esfuerzo y la honradez, que para el caso de Naomi viene de la convicción de que así puede ayudar a cambiar el mundo. Y si de paso, al cambiar el mundo, ganas tu propio dinero, tampoco es ninguna deshonra.


Yo, más que analizar esa actitud, me pregunto si ese repudio nuestro a los predicadores, a los egos sublimados (¿igual da que sea Michael Moore que Al Gore?) viene por un lado bueno, o sea de un inconsciente colectivo de madre y padre anarquista, genuinamente hispano y libertario, o por un lado malo, por esa necedad nuestra de pueblo mojigato, ignorante, incapaz de leer biblias por sí mismo, pero a la vez impelido a poner verde al que se atreva a enseñarle. En definitiva, me gustaría saber si ese individualismo nuestro por el que se nos conoce a la legua cuando salimos, viene de una bonita tradición antiautoritaria, o simplemente de nuestro pasado bárbaro, que ahora, convenientemente adaptado a los tiempos que corren , nos permite tragarnos como pocos otros pueblos este capitalismo voraz de soledades colectivas.

Es muy probable que sea un poco de las dos cosas, sí, pero a los maniqueos no nos valen esas respuestas. Y aparte de eso, a esa gringa pija de la Naomi Klein que aparece en el documental The Shock Doctrine (2009), sí hay una cosa que rebozarle, o que me diga, preguntarle en justicia: cuando al final de la peli apareces entre las masas que acudieron a la investidura de Obama y nos intentas equiparar el "Yesgüican" con la verdadera rebelión de los pueblos sometidos, ¿no te haces inmediatamente tú cómplice de las farmacéuticas, las compañías de seguros, las petroquímicas que financiaron la campaña del asesino Obama? ¿No serán tus libros y tus pelis un producto más manchado de mierda, por no decir de sangre?

Entre Rumsfeld y Klein, entre Al Gore y Moore, obviamente hay que querer a los segundos; pero a la postre, al final de los finales, ¿no serán más dañinos Klein y Moore, no serán ellos como las bolsas biodegradables del Carrefour, una forma de disolver envolviendo?



Michael Winterbottom

The Shock Doctrine (2009)

Azar


Quien se lee a sí mismo encuentra
faltas de ortografía, faltas
de transparencia, faltas
de las que nació el tiempo
sin vos, donde
la falta era uno

Juan Gelman. Desva-ríos. Málaga: Endymion, 2009

lunes, 15 de febrero de 2010

Olivier Dury
Mirages (2008)

martes, 9 de febrero de 2010

Basilio Martín Patino

Vaya por dios, un director más que sumar a nuestra triste lista de estómagos agradecidos a la democracia y al estado de derecho.

Habíamos visto tres documentales maravillosos de Martín Patino, pero claro, hechos en el primer lustro de los años 70: Canciones para después de una guerra (1971), Queridísimos verdugos (1973) y Caudillo (1974). Ayer se nos ocurrió ver una película de ficción suya: Octavia, del año 2002.

¡Qué cosa más pedante, cursi y ridícula! Es como si le hubieran dado una cámara a un catedrático de historia de estos casposos, y le hubieran dicho que contase una historia profunda. Obviamente el catedrático te contaría su vida, adobada con mil referencias, sentencias, adagios, lagrimones. Crearía a un superhéroe superpedante que sería lo que a él le hubiera gustado ser en la vida: un señor ecléctico, al que los palos de la vida le han hecho sabio, políticamente sensato al tiempo que crítico y sagaz, pero no por ello menos valiente. Valiente gilipollas.

Pero la duda que me surge es mucho más cruel. Los documentales de Martín Patino, recogidos en los tiempos de Franco, hoy se nos venden como "hechos en la clandestinidad". De verdad son documentos inolvidables, valiosísimos, que sorprende que pudieran haberse grabado estando el momio todavía vivo. Pero el tipo los hizo, y uno se pregunta de qué pie cojeaba el tal Martín Patino para poder entrar como Pedro por su casa en archivos, filmotecas del Régimen, domicilios de verdugos...

De hecho, cuando acabé de ver Queridísimos verdugos me quedé desconcertado un buen rato. Yo decía, ¿pero este tipo era uno de ellos, o era un cínico? Los extras del DVD me sosegaron: el autor había elegido ese tono maiestático para no levantar sospechas y poder conocer en profundidad el vil tema del garrote vil. Luego he visto un documental suyo para la televisión andaluza que se llama El grito del Sur, hablando de lo que pasó en Casas Viejas durante la República. El tono es otra vez imparcial, pero esta vez del año 1996. En 2002 el tono ya es directamente subnormaloide.

El egocéntrico no nace, se hace, eso es evidente. Igual que el amigo de la Transición y el vendedor de estados de derecho y valores democráticos de hoy pudo haber sido una persona comprometida en tiempos más feos. Pero de algún componente estúpido sí que tienes que ser portador durante toda tu vida para que tu lengua llegue a lamer un día tu propio culo, así de forma tan evidente. Supongo que es el mismo afán que en un momento dado te haría levantar la mano o cantar el cara el sol, pero de mentirijillas.




Basilio Martín Patino
Octavia (2002)

sábado, 6 de febrero de 2010

El amigo americano

Wim Wenders
The American Friend (1978)

martes, 2 de febrero de 2010

Javier Rebollo, cine en muchas dimensiones

Estas escenas con música, especialmente la última, me recordaban mucho al Winterbottom de Wonderland (1999), las mismas cuerdas que se van tensando en una historia cotidiana...

De verdad fue un gustazo ver ayer la última peli de Javier Rebollo, y comprobar que la escuela de los directores "íntegros" (Jaime Rosales, Guerín) sigue dando guerra a los "callejeros", y a los corrompidos, de los que ya hablamos un día. Además, qué chula esa tradición de hispanos cuidadosos que saben rebuscar en las ciudades detrás de faronis, quijotes, vividores tristes que un día se levantan de la cama y deciden salir a buscar la gloria...



Javier Rebollo
La mujer sin piano (2009)

lunes, 1 de febrero de 2010

Nacimiento

Birth
Signe Baumane (2009)