lunes, 2 de mayo de 2011

A galopar

La noticia de cabecera de The New York Times, justo debajo del grandísimo titular que anuncia la muerte de Bin Laden, dice: "Body Buried at Sea after Raid in Pakistan". Una frase que parece de Alicia en el País de las Maravillas, o del conde de Lautréamont, que también daban mucho miedo cuando querían. ¿Qué pretenderán hacer? ¿Soliviantar a todos los conspiranoicos del mundo para luego señalarlos con el dedo y reírse de ellos esta noche cuando Obama nos presente en su show televisado el verdadero cadáver de Bin Laden? ¿O ciertamente estamos ante una patraña de dimensiones planetarias? Es que la noticia de cabecera de El País, ese periódico global en español, con la que ahora mismo están tomando el vermú millones de hispanos parlantes, también dice: "el líder de Al Qaeda ha sido trasladado a Afganistán y enterrado en el mar de acuerdo con la práctica musulmana."

Yo un poco paranoico sí debo ser: me suena que la práctica funeraria de los musulmanes, como la de los cristianos y los bantúes, es enterrar los cadáveres en la tierra, que por otra parte es el mejor sitio para enterrar cualquier cosa. Porque enterrar en el mar, como ahogar al aire libre, es una cosa bastante imposible de conseguir. A no ser que Alberti, desde su más allá, esté tocándonos la breva a todos. O la lira: