martes, 31 de agosto de 2010

Il duomo

Hola, Gaiofa,

¿Qué pasa contigo? ¿Cómo va ese verano de calores? Mira que este mensaje no es el que te debía, ¿eh?, que todavía queda pendiente.

Es solamente porque me has puesto nervioso esta mañana. Veo que repites exactamente lo mismo que los pocos italianos "biempensantes" con los que me he topado últimamente, y creo que os equivocáis. De hecho, me parece muy preocupante vuestra actitud, y me pone de muy mal humor también, la verdad.

Vamos a ver dos cosas muy sencillas, a ver si nos ponemos de acuerdo:

  • Berlusconi, ¿es un mafioso, un criminal, un asesino? ¿O no lo es?
  • Berlusconi, ¿es uno de los principales representantes en el mundo de una ideología fascista (aparte de patriarcal, capitalista y racista), causante de millones de muertos en nuestra historia reciente y en nuestro presente más presente?

¿Lo es o no lo es? Respóndeme, por favor.

Entonces, partirle la cara a Berlusconi, ¿es un gesto de locura o un gesto de compromiso?

Yo no sé quién es es ese Tartaglia, te soy sincero. De hecho, me suena que últimamente se ha convertido en un payaso televisivo. Pero yo me estaba refiriendo a su gesto, que me parece mucho más importante que su persona, porque para mí está muy claro que el gesto de partirle la cara a un criminal no puede ser nunca entendido como un acto de folía, sino un acto de cordura y de responsabilidad. Ese es precisamente el discurso que les interesa difundir a quienes nos gobiernan: el que se enfrenta e intenta cambiar las cosas es un demente, y los que pretendan imitar su ejemplo serán despreciados, en el mejor de los casos, como torpes intelectuales (en el peor como terroristas).

Como te decía antes, me da mucha rabia que los pocos italianos que conozco con un poco de conciencia política sigan repitiendo como loros ese discurso establecido: que Tartaglia es un pobre loco, y que las cosas no se solucionan así... Cuando en realidad ha sido el único hecho interesante que ha ocurrido en la política italiana en los últimos tres años.

Estaba leyendo estos días un libro en el que se citaba esta frase, que me gustó mucho y con la que me cruzo a diario cuando hablo de estas cosas con mis amigos:

"Hay veces en que la decisión más difícil de todas es reconocer lo obvio".

Parece que ser revolucionario en nuestros días consiste en pasarse el día repitiéndole lo evidente a tus amigos, a riesgo de que te llamen radical, o iluminado, o evangelizador.

Eso es lo que estaba sintiendo al mandarte este mensaje.

Espero no haberte aburrido demasiado.

También te mando un besote,

Javi