lunes, 21 de junio de 2010

Un carácter áspero, duro, nada complaciente...

Llevamos todo el fin de semana a vueltas con el "reformismo" y el "radicalismo", y uno defendiéndose una y otra vez de los que le quieren insultar con el segundo término. Francamente me canso de evitar el improperio, de poner cara sonriente y dialogante para que me digan que tengo áspero el carácter. Lo hago, pero me aburro. Me aburro de insistirles con ánimo conciliador en que en efecto el mundo es radical, porque en él hay un 70 por ciento de gente que muere de hambre para que un 10 por ciento viva de puta madre ("daos una vueltecita por el mundo y veréis"), y que, ante esa realidad incontestable, el que no se coloca ideológicamente en un lugar radical realmente lo que es es un inmoral y un cómplice de tal masacre.

Hoy lunes me encuentro con el muerto de Saramago, y la necesidad de juzgarle por lo que pensó en vida. Me doy de bruces con el mismo tema otra vez, los dos equipos bien conformados en Internet: los reformistas (de izquierdas y de derechas), que lo alaban, y los radicales, entre los que me incluyo, que lo llaman cobarde, o sea "reformista".

Juzguen ustedes mismos con este artículo de Alfonso Sastre, el radical, hace un verano, y la respuesta que le dio Saramago, el del carácter bueno, que en paz descanse:

http://www.gara.net/paperezkoa/20090621/143339/es/La-prosa-politica

http://cuaderno.josesaramago.org/2009/06/23/sastre/