lunes, 28 de junio de 2010

Dramas carcelarios

Hola, Rob,

Pues no sé si seré yo la persona más adecuada para recomendarte.

Mi opinión se basa en un prejuicio, porque no he visto Celda 211 ni creo que vaya a ir nunca a verla.
Y ese juicio previo, obviamente, viene de un convencimiento moral y político, y de una simple economía de mis sentimientos: sé que me daría bastante rabia y me pondría de muy mal humor el confirmar que todo el bombo y los premios que ha recibido esa película son injustos, y que responden al mismo pensamiento único que inunda nuestros medios de comunicación, nuestras conversaciones diarias, nuestra rutina de primer-mundo abúlico.

Fíjate que han coincidido en el tiempo, que yo sepa, esta Celda 211, española, y A Prophet, que ganó todos los césares y premios habidos y por haber, y que me huele a mí que es su prima hermana francesa. No sería tan extraño: los dramas carcelarios, como los llaman en las revistas especializadas y en los carteles, cumplen una importante misión social: entontecer a la gente especialmente en un país como el mío donde las cárceles, las de verdad, están repletas de injusticias flagrantes y salvajadas encubiertas. O sea una manera de "divertir" la atención de lo que realmente importa.

Y como ves, acabo volviendo siempre al tema del otro día, que ya ves que para mí lo es todo. Yo puedo comprender que haya gente que va al cine a divertirse, a entretenerse. Yo no lo hago, como te dije el otro día, pero lo respeto. Sin embargo, cuando la gente va a divertirse, a entretenerse con una historia que toca de lleno y se alimenta de un problema real, una de las mayores vergüenzas de nuestras sociedades, y encima lo aplaude y lo vitorea, estamos ante una cuestión diferente. Se llama cobardía e inmoralidad.

Yo estoy convencido de que a quienes nos gobiernan les resulta muy interesante financiar y publicitar docudramas donde, queriendo o sinquerer, se trivializa la verdadera tragedia que se vive en nuestras cárceles, porque el hecho de hacer ficción sobre el tema ya por sí mismo sostiene y encubre un gesto artístico inmoral. ¿No te parece?

Me acuerdo que hace unos meses fui a una de esas instituciones subvencionadas a ver un documental brasileño que se llamaba Juízo. Es del 2008, así que si echas un poco las redes, la encontrarás sin problemas.

Bueno, pues la película cuenta lo que pasa en los centros de menores de Rio de Janeiro. Una obra honesta, sencilla en lo formal (casi todo el tiempo transcurre en las vistas orales donde se decide el futuro de los adolescentes delincuentes), pero al mismo tiempo una bofetada tremenda a todos esos burócratas estúpidos que se encargan de esconder entre las rejas las miserias de una sociedad podrida.

La directora, Maria Augusta Ramos, estaba allí en la sala, y hubo coloquio después. A mí casi se me saltan las lágrimas cuando alguien le preguntó su opinión sobre el "docudrama", ese producto de exportación que tantos réditos le ha dado últimamente al cine brasileño (desde la Cidade de Deus, del 2002, hasta la Tropa de élite, que ganó en Berlín el año pasado). Ella, la directora, muy educadamente, le dijo que ese género no le interesaba. Que el "docudrama" en el fondo era, para ella, un "entretenimiento", y que en su opinión el cine debía ser otra cosa. Y luego se puso a contar la escasa dificultad que a ella le había supuesto, valiéndose del prestigio de ser cineasta y del relativo éxito conseguido con su película anterior, conseguir los permisos para entrar en los reformatorios, filmar los verdaderos juicios y documentar lo que ocurría en ese entorno.

Si tienes tiempo también echa un vistazo al anterior documental de esta misma señora. Se llama Justiça, del año 2004 y, si tus contactos por ahí de verdad son tan avispados, mira a ver si te pescan un par de películas colombianas muy buenas sobre el drama carcelario que se cocina a diario en ese país: una se llama Bagatela, de un tal Jorge Caballero (2008), también sobre los centros de menores, y otra, la más increíble, La Modelo, Prison de Bogotá, un documento alucinante hecho por unos franceses que tuvieron los grandísimos huevos de meterse en el nido de la perra.

Esas son mis propuestas (para que no me llames prejuicioso en el mal sentido) y, si es que me haces caso, aproveches el rato libre que te deje no ver Celda 211.

Y si al final la ves, te mando un par de muestras de lo que pasa en las cárceles de mi país, para que me digas si no había sido más honesto e incluso más "entretenido" colocar las cámaras detrás de unas rejas verdaderas, no de cartón piedra, y desentrañar la vida de personas como este Pinteño o aquel Amadéu Casellas, que pasaron lo que tuvieron que pasar.

http://www.kaosenlared.net/noticia/amadeu-casellas-sale-prision

http://www.kaosenlared.net/noticia/entrevista-manuel-pinteno-32-anos-medio-preso-24-aislamiento

Un abrazo,

Favila



P.S. Por cierto que ya han llegado al almacén pirata las pelis del georgiano ese que me dijiste. Pero no encuentro los subtítulos en el ciberespacio. ¿Me puedes echar una mano?