lunes, 30 de noviembre de 2009

Puteros

Vaya, criticas a los demás por mezclar los temas y tú haces lo mismo.
Yo te digo lo que pienso de la legalización de la prostitución, que es lo mismo que le decía a C. cuando todavía tenía ganas de discutir con ella sobre el tema. Para mí irse con una puta es un acto de violencia, y cualquier tipo que lo haga tiene un problema serio en la cabeza, que es la necesidad de dominar y humillar a otro más débil, histórica, social y económicamente. No te voy a hablar de perpetuación del patriarcado ni de hostias de esas, te digo simplemente que no se puede pretender legalizar un “trabajo” que no desearías para tu madre ni para tu hermana porque te parecería una mierda de trabajo. Así de sencillo. Por supuesto hay que perseguir a los proxenetas, pero también a los puteros, porque esa necesidad de dominar y violentar al prójimo está en la base de la sociedad injusta en la que vivimos. Más que Pecés, Izquierdas Unidas y su putamadre, yo creo que cualquiera que conserve cuatro ideas y que esté a disgusto en la sociedad de mierda que hemos heredado, tiene que estar en contra de la prostitución. Los que ya han perdido esas ideas son los que yo llamo reformistas, que es un eufemismo para no decir cobardes. Y en cuanto a lo que hacemos o dejamos de hacer los que pensamos así, es muy sencillo: cuando sentimos esa “necesidad fisiológica” como decís vosotros y no tenemos con quién echar un polvo, nos cascamos una paja.
Hala, un abrazo


(...)

Pues sí, más débil. Por ser mujer y por ser pobre, o, si prefieres (más a tu estilo), por estar sometida a un sistema patriarcal y capitalista que le obliga a chupar pollas para subsistir. Yo creo que estás muy desubicada con el tema de las hetairas. ¿Cuántas putas miserables, cuántas maritornes ha habido en la historia (y sigue habiendo) por cada hetaira, por cada puta fina? Sin ir más lejos, cuando tú sales por Madrid con la furgoneta, ¿qué ves?, ¿putas suecas o canadienses? No señora, lo que ves es putas africanas, putas rumanas y putas latinoamericanas.

(...)

Bueno, mozos, pues ya que empezamos, me apetece seguir discutiendo. A mí la dignidad sí me parece una cuestión objetiva, y creo que la gente digna, cuando discute, lo hace con la esperanza de convencer al otro. Con una monja, un cura o un testigo de Jehová, jamás me pondría a discutir, porque además de seres infinitamente degradados, soy consciente de que jamás podría convencerles. A esos sí me toca respetarlos, por cojones, mientras tenga que convivir con ellos. A vosotros no, os voy a faltar un poco más al respeto.

A ver, P., contéstame a una pregunta, por favor. Insisto en lo mismo. En el caso de que tu madre o tu hermana no tuvieran más que dos salidas profesionales, ¿tú qué preferirías que fueran: peonas o putas? Te lo pongo más fácil: ¿qué preferirías, que pasasen fríos y calores diez horas al día, cargasen pesos y tuvieran dolores de espalda una noche sí y otra no a cambio de 1000 euros de calderilla que le sobra al chulo de su patrón, o que se dedicasen a chupar pollas a señores respetuosos, como dice S., a cambio también de la misma cantidad de su dinero extra?

Yo preferiría que fueran obreras, porque, aunque las dos cosas así planteadas me parecen formas de esclavitud parecida, la segunda me parece todavía peor que la otra. En condiciones normales, comparar el trabajo de un obrero de la construcción con el de una puta creo que es una hipocresía, porque, en igualdad de condiciones, chupar pollas siempre va a ser mucho más humillante que poner ladrillos, te hayan educado en los valores cristianos, budistas, o en los marcianos. Y pensar que habría que legalizar la prostitución para que ciertos hombres estuviesen menos frustrados en sus vidas, sencillamente me parece una calamidad.

A S. le preguntaría otra cosa. Mira esos japos que pagan pasta por destrozar con un bate de béisbol una habitación amueblada. Algunos, los más animales, estoy seguro que también pagarían dinero por partir la cara a otra persona, porque les quitaría su estrés y su frustración, como dice P. Además, está claro que habría mucha gente dispuesta a darles el servicio a esos yupis agresivos a cambio de dinero que les ayude a mejorar su situación económica. ¿Habría que legalizar (o autorizar colectivamente, para no hablar de leyes impuestas) la recepción voluntaria de hostias como actividad laboral remunerada? Oye, si ellos quieren... Y si son pobres, pues que se jodan.

Yo creo que detrás del discurso de
la suspensión del juicio crítico y el respeto a la voluntad de los otros, aunque esa voluntad implique una injusticia evidente, lo que hay es siempre una cierta actitud pragmática y cagona.

(...)

Pues mira, ya que hablas de militares, yo para ellos no exigiría nunca derechos laborales, se los suprimiría todos. Y ya que mencionas a los "sparrings", mayormente hispanos y negros de los suburbios de Estados Unidos; a los que los seleccionan y entrenan los denunciaría públicamente. Y a los que se benefician del negocio del boxeo también. A los "sparrings" les daría la oportunidad de hacerse fuertes, pero no promocionando su trabajo, sino volviendo su fuerza contra los verdaderos causantes de que les tocase nacer en un barrio pobre y marginado de Estados Unidos, porque esos tipos (los gobernantes, los empresarios, los prestamistas) son tan mafiosos como los que los han reclutado y entrenado para dejarse dar de hostias en público.
Para mí, S., con los pies tan fuera del tiesto como tú quieras, chupar pollas para vivir es algo humillante. Y para que veas que no tiene que ver con ningún tabú religioso sobre el sexo, te diré que cuando paso por la Calle Montera siento la misma rabia y la misma vergüenza de ser humano que al dar la vuelta a la esquina por Gran Vía y ver un tipo limpiando las botas de señorones trajeados. Porque lo que veo es gente extranjera, de países jodidos, agachados frotando la mierda de gente con más privilegios que ellos. Y porque veo que el placer que sienten esos señores de traje no es el de ver sus zapatos brillantes o sus pollas descargadas, sino el de ver a otra persona agachada y humillada delante de ellos.