Hay algo que tienen en común estas dos películas alemanas recientes: Entre nosotros, de Maren Aden (2009), y Un amigo mío, de Sebastian Schipper (2006).
Aunque la segunda de ellas sea definitivamente horrorosa y la primera, formal y conceptualmente, nos parezca mucho más decente, lo más interesante que las dos películas quizá tengan sea precisamente algo en lo que se parecen.
Me refiero a la forma de presentar al sujeto atípico, al jipi, al que supuestamente está fuera del sistema. Resulta francamente curioso darse cuenta de que el estereotipo se repite en la cuadrícula del cine alemán contemporáneo, sea del palo que sea.
En Un amigo mío, el protagonista es un chico joven muy exitoso en su empresa, que se dedica a la correduría de seguros, si mal no recuerdo, y que tiene un montón de pasta. Un día, se topa por un azar y se hace íntimo amigo de un hombre que se le presenta como su ser antagónico: un currito vivalavirgen que se dedica a llevar coches de alquiler de un sitio a otro y que los cuatro duros que gana los gasta en hacer el inconsciente por ahí.
En la peli de Maren Aden, que ganó el Premio del Jurado en el último Festival de Berlín y algún otro premio en el BAFICI de Buenos Aires (no sería para tanto, me da a mí), digo que en la peli de Maren Aden aparece otra vez el joven talento, esta vez un treintañero arquitecto muy guay, con un montón de pasta también, que tiene como pareja a una chica que va siempre en bragas, o en pantaloncito corto, que trabaja, de vez en cuando, como representante de músicos de rock, y que se pasa la peli haciéndole la vida imposible al pobre de su novio con sus salidas de madre, voladitas por la ventana, polvos sin condón y pataletas adolescentes.
Quizá les parezca que no tienen nada que ver las historias, pero a mí en seguida se me encendió una lucecita de emergencia. ¿Será que es ése el concepto que los alemanes tienen de las personas que intentan salirse del sistema, del sujeto centrífugo, según diría algún pedante? ¿Unos tipos inconscientes que se pasan el día haciendo locurillas y rascándose las bolas? ¿Se dan cuenta los directores alemanes de lo ridículos que resultan esos personajes fuera de sus fronteras mentales?
Sebastian Schipper estoy seguro de que no. Que no se daba cuenta, y estaba absolutamente convencido de que su personaje era la mar de rompedor y de filoso.
Maren Aden yo creo que sí. Veremos sus próximas películas, a ver qué pasa.
Entre nosotros. Maren Aden (2009) / Un amigo mío. Sebastian Schipper (2006)