martes, 18 de febrero de 2014

Barcas en gelatina de plata

En los últimos años en Madrid nos ha resultado relativamente fácil ver películas polacas contemporáneas. Eso se debe a la actividad de algunas instituciones fuertemente subvencionadas, especialmente el Instituto Polaco de Cultura, cuyos gestores, vaya usted a saber por qué, se han centrado en el cine como forma de lavar la cara del gobierno neoliberal y fascistón al que representan.

Una y otra vez hemos hecho de tripas corazón y, olvidando el fiasco anterior, hemos vuelto a meternos en la Filmoteca o en otra sala para ver alguna de esas pelis recientemente producidas en un país que, por lo general, mal recibía a unos aficionados como nosotros. En realidad, creo que solo una vez nuestra perseverancia nos dio fruto. Pero resultó un fruto enormemente nutritivo, valioso, teniendo en cuenta la huella que nos ha dejado en el recuerdo mucho tiempo después de haberlo digerido.

Hablamos de Las (El bosque), una peli de Piotr Dumala de 2009. La vimos en la Semana de Cine Experimental de Madrid de 2011. Era otra vez una de esas cintas que nos apasionan: una historia doméstica, pausada, localizada en algún lugar semiurbanizado de la periferia del mundo que, como por arte de magia, de repente nos recordó al lugar más privado y recóndito de nuestra infancia, de la infancia de cualquier ser humano.

Aunque al parecer el director era principalmente dibujante y todo lo que había hecho anteriormente eran películas de animación, Las tenía unas fotografías mágicas, irrepetibles, extensísimas, siempre en blanco y negro. Y esas fotos también debieron quedársenos  pegadas como mermelada a las dendritas de alguna región inhóspita del cerebro, porque a menudo, estando después fuera del cine, se nos han venido a la mente por asociación con otras imágenes.

De aquella peli recordamos con especial conciencia la escena final: una barca descendiendo lentamente por un río sereno y centelleante, con un solitario anciano de abrigo negro a bordo. Fue una barca que después de un tiempo nos condujo, a contracorriente, hacia Los muertos (2004) del argentino Lisandro Alonso, y luego, sosegadamente, al Jim Jarmush casi adolescente de Dawn by Law (1986).

Nos gusta pensar que esta barca resume simbólicamente la intención de este tipo de películas que transcurren tranquilas por los rincones del cine independiente del mundo. Familiares en su aislamiento, todas ellas requieren un poco de tozudez por parte del espectador, para descubrirlas primero y para conocerlas luego. Se diría que son películas surgidas espontáneamente y que de alguna forma se quedarían huérfanas, como fascinantes setas, en lugares totalmente alejados del mundo, si no fuera porque alguien, algunos pocos, las van recogiendo en su recuerdo y las ponen a vivir juntas.

Otros hay que consideran estas películas lentas e incluso tediosas. Para nosotros simplemente exigen un poco de paciencia hasta hacernos topar con el placer del asombro.



Piotr Dumala. Las (El bosque). Polonia. 2009 – Lisandro Alonso. Los muertos. Argentina. 2004 - Jim Jarmusch. Down by Law. EE.UU. / R.F.A. 1986.