sábado, 19 de mayo de 2012

Yo también tiré de la palanca: cinco minutos para pensar


Desiré y Fermín fueron detenidos el jueves 26 de abril por la acción simbólica que un grupo de unas 50 personas, reunidas bajo el Colectivo Tomaelmetro, realizaron el día anterior para denunciar la subida de las tarifas en el transporte público madrileño.  Desi, de 32 años, es trabajadora social especializada en población migrante y ha trabajado, durante cinco meses en el último año y medio, en casas de acogida para mujeres víctimas de violencia de género. Fermín, de 30 años, es doctor en ingeniería y profesor colaborador en la Universidad Politécnica de Madrid. Participa activamente en las asambleas de Tomalafacultad y el barrio de Austrias y fue uno de los integrantes de la diminuta acampada de la Puerta del Sol la noche del 15 de mayo de 2011. Nos reciben en el modesto piso que comparten con otro compañero en una zona popular del distrito Latina. Nos explican que todavía no habían tenido tiempo de reflexionar juntos sobre lo que padecieron esos días de calabozo, acoso mediático y represión judicial.


Ernest Favil. ¿Cómo fueron vuestras detenciones?
Desiré. Cuando volví a casa a las 11 de la mañana del 26 de abril, dos policías vestidos de paisano estaban esperándome en el portal de mi casa. Me llamaron por mi nombre, me dijeron que estaba detenida y me llevaron en un coche a la Comisaría de Moratalaz. Durante el traslado, me dijeron que habían ido a buscarme a mi antiguo domicilio antes, algo que luego comprobé que era falso. También, ya en la comisaría, me dijeron que no habían querido ir al domicilio de mis padres para no alarmarles.
Fermín. Mi abogado me recomendó ir por mí mismo a la Comisaría de Moratalaz. Y eso fue lo que hice hacia las dos de la tarde de ese mismo día 26 de abril. Una vez detenida Desi, cuando ella dio el nombre de nuestro abogado, la policía le llamó para decirle que a mí también me estaban buscando y que me tenía que “entregar” inmediatamente. Le dijeron que debía presentarme en Comisaría en el plazo de una hora, y si no me pondrían en busca y captura.


E.F. ¿En busca y captura?
F. Era mentira, porque una orden de busca y captura tiene que ponerla un juez. Pero bueno, en todo caso el abogado consideró que no tenía sentido prolongar esa situación.

E.F. ¿Cómo pudieron identificaros?
F. Nosotros tiramos de la palanca de freno del metro con la cara descubierta, estando el vagón abierto. No sentíamos ninguna necesidad de ocultarnos.
D. A Fermín lo conocían bien de las manifestaciones del 15-M. Al principio del interrogatorio al que me sometieron, y que duró cuatro o cinco horas, me dijeron que sabían que era un “voceras” y me preguntaron si era violento.  Yo les dije que era la persona más generosa que había conocido, porque es la verdad. Durante el traslado ya me habían dicho: “pues tiene un buen trabajo para dedicarse a estas cosas”. Yo les dije que eso no tenía nada que ver.

E.F. Otra demostración más de la existencia de los famosos ficheros ocultos de la Policía con activistas de los movimientos sociales, ¿no?
F. Sí, porque ninguno de los dos tenemos antecedentes. Desi ni siquiera ha participado mucho en las movilizaciones del 15-M.


E.F. ¿Los policías que os interrogaron, iban encapuchados?
D. Algunos sí y otros no. Los que iban tapados llevaban una braga negra que sólo dejaba ver sus ojos. Yo las primeras horas estuve en una habitación pequeña, con una mesa de madera en medio, donde iban entrando policías: unos “buenos”, otros “malos”. En cuanto salían unos, entraban otros. La mayoría iban tapados. El jefe de la Brigada Provincial vino al final del todo. Se sentó en una silla, con su uniforme y su gorra, en plan conquistador, y me dijo que él había entrado así, sin taparse, para ganarse mi confianza, que estaba asumiendo riesgos. Yo seguía ahí con el susto en el cuerpo…

E.F. ¿Fue muy degradante ese interrogatorio?
D.  A mí no me conocían de nada. Por eso intentaron que colaborase con ellos. De hecho, me dijeron que tenían muchos colaboradores dentro del 15-M. Son psicólogos. Intentan generarte desconfianza en tus compañeros. Me decían que los que pensaban las acciones de protesta luego no las hacían. Siempre estaban con la idea de que tenemos líderes, y querían que yo les dijese quiénes eran. Me preguntó nombres, lugares donde nos reuníamos. Me quitó el teléfono desde el momento de la detención, junto con la documentación. El teléfono sólo me lo dejaron un momento para llamar a mi madre, me lo quitaron desde las 11 a.m. y hasta las 2.30 p.m. no lo pude ver junto con el resto de mis pertenencias. Sé que me mandaron un mensaje para que nos reuniéramos a las 4 p.m. en un centro social. Ellos borraron el mensaje, y luego me estuvieron preguntando si nos reuníamos regularmente allí. El jefe de la brigada intentaba coquetear conmigo. Me dijo que sabía que yo no participaba mucho en estas cosas, que a una chica con la cara tan bonita como la mía la conocerían. Al final me dijo que tenían mi número de teléfono, y que me llamaría en un par de días.

E.F. ¿Y te llamó?
D. Sí, a los dos días me llamó a mi teléfono móvil. Yo estaba en un parque con mis sobrinos. Me preguntó que qué tal estaba mi familia, que si les había contado algo. Me dijo que él había hecho mucho por que nos trasladaran a Plaza de Castilla lo antes posible. Al final, me propuso quedar para tomar un café, me dijo que él me invitaba. Yo le dije que no me parecía una buena idea.
F. Quizá influye que pensaran que, intimidándola, podían sacarle información a Desi. Conmigo ni lo intentaron. En cuanto me preguntaron el nombre de otras personas involucradas en la acción, les dije que no iba a hablar si no era delante de mi abogado, y me dejaron en paz.

E.F. ¿Cuándo pudisteis hablar con vuestro abogado?
D. Pasaron más de 24 horas hasta que nos dejaron hablar con él. Y eso que le habían contactado desde por la mañana. Él estuvo desde la tarde del 26 en Moratalaz, porque le dijeron que íbamos a declarar ese mismo día en comisaría. Pero luego no se lo permitieron.
F. Dormimos la noche allí. Primero les dijeron que declararíamos allí ese mismo día, y al día siguiente nos trasladarían a Plaza de Castilla. Esa misma noche, al despertarnos a los 2.30 a.m.  para tomarnos las huellas, nos dijeron que no nos pasarían a disposición judicial hasta el día siguiente. Cuando me llamaron a declarar en Moratalaz, el 27 a las 11 de la mañana, el jefe de policía me preguntó si iba a querer declarar en comisaría, y cuando contesté que no,  me dijeron que no nos iban a trasladar a Plaza de Castilla hasta el día siguiente.

E.F. La desinformación es parte del acoso psicológico, ¿no?
D. Sí. A las 4 de la tarde, y cuando ya estaba mentalizada para pasar otra noche en el calabozo,  vinieron para llevarnos a Plaza de Castilla. En tres minutos, pasamos a declarar delante del juez. El abogado dijo que aquello no lo había visto en la vida, puesto que los traslados desde Moratalaz se hacen siempre por la mañana. No nos dio casi tiempo a hablar con el abogado. No nos dejaron casi estar en el locutorio para preparar la declaración. Se notaba que había intereses políticos detrás de todo lo que hacían con nosotros.

E.F. ¿Os maltrataron durante los traslados?
F. Nos esposaron junto a un hombre y nos metieron en la “furgona”. Por lo que supimos después, era un ultra del Real Madrid detenido en una pelea del fútbol. Sin mediar palabra, el tipo aquel nos dijo: "¿vosotros sois los del metro?"
D. Tardamos 5 minutos en llegar de Moratalaz a Plaza de Castilla [11 kilómetros]. Sin embargo, una vez allí, nos tuvieron más de 20 minutos a oscuras dentro de la furgoneta, con un calor asfixiante, sin ventilación. El ventilador que tiene en el techo no funciona cuando está parada.

E.F. ¿Son tan horribles las condiciones higiénicas de las celdas como cuentan?
D. En Moratalaz, yo estuve sola en una celda de unos tres metros por tres metros, sin luz ni ventana. Hay un olor nauseabundo, sólo te dejan coger una manta, que no han lavado en años. Luego en los juzgados de Plaza de Castilla, en uno de los calabozos de mujeres, yo estaba con tres mujeres más. Una de ellas era a una mujer de veintipocos años, embarazada de cinco meses. Venía directamente del aeropuerto, y al parecer habían encontrado droga en su maleta. Tenía dos niños más en Madrid, se había quedado en paro hacía tiempo. Ganaba 420 euros de subsidio, era madre soltera. Cuando llamaron a una abogada de oficio, ésta parece que la riñó: le dijo que vivía a las afueras de Madrid, que tenía dos niños y que le había molestado mucho tener que ir un sábado por la tarde a Plaza Castilla. Fui yo, que he sido trabajadora social en prisión, la que tuve que explicarle algunas cosas. Le comenté la importancia de la declaración que iba a hacer en Plaza de Castilla. Aquel calabozo tenía dos literas sucísimas pegadas a una de las paredes. Las condiciones higiénicas eran horribles. El funcionario que nos metió allí no dijo que no podíamos tocar nada. Yo les dije que ella se tenía que sentar sobre algo, que estaba embarazada. Él dijo que no se podía. Aun así, yo terminé cogiendo algunos de los cojines mugrientos que había en aquellas literas para que aquella mujer pudiera por lo menos estar sentada.

E.F. ¿Visteis alguna agresión física durante el tiempo que estuvisteis detenidos?
F. Un chico marroquí que estaba conmigo en Plaza de Castilla, y que había sido detenido por no tener papeles en regla, tenía un ojo muy amoratado. Le habían pegado en Moratalaz y luego iba directo al CIE de Aluche. A mí no me golpearon, pero sí me maltrataron en el sentido de que, como pasan de uvas a peras donde tú estás encerrado, no apagan la luz cuando quieres dormir, no te permiten salir a mear... Hay detenidos que pasan horas enteras golpeando las rejas para salir al baño. A mí mismo, desde las 2.30 a.m. hasta las 11 a.m. del día 27, no me permitieron ir a mear. También tenía mucha sed, y no me dieron agua. Hace mucho frío, todo huele a orines. Las celdas son de dos por tres metros, sin luz natural ni ventilación… Yo escuchaba a un hombre de otra celda que tenía un problema de salud y reclamaba unas pastillas que tenía que tomar. Tampoco le atendieron.

E.F. ¿Consiguieron que os arrepentierais de haber tirado de la palanca del metro?
D. ¿Por ser generosa y poner en riesgo tu futuro por una causa justa? Nadie se arrepiente por eso. Pero estar ahí te hace replantearte las cosas. Ellos intentan hacerte sentir culpable. Yo tenía la conciencia muy tranquila, y ellos lo percibían. Por eso te intentan hacer creer que lo que has hecho es horrible, que eres una terrorista. Se lo dije varias veces a los que me interrogaban. Cuando me amenazaban con ir a la cárcel, o quedarme mucho tiempo allí encerrada, yo les decía que me llevaba bien conmigo misma, que no tenía problemas en estar allí dentro sola, y que además tenía muchos amigos en la cárcel, donde he tenido que trabajar mucho tiempo. El sacrificio por una causa, por una idea, por algo más justo, es algo que ellos no entienden. Yo no puedo no puedo sentirme libre si los demás están sometidos.
F. Yo he sentido todo lo contrario a arrepentimiento. Después de haber conocido lo que pasa ahí dentro, si tenía alguna duda de seguir con esto, ahora lo tengo más claro. Mira la gente que está encerrada. Una mujer que se ve obligada a llevar droga por 6.000 euros para alimentar a sus hijos, por ejemplo. O un ciudadano de origen egipcio que había vivido diez años en Italia, pero en estos momentos no tenía permiso de residencia en regla. Había viajado a España, y la Policía aquí decía que no les valía la antigua tarjeta de residencia italiana. El juez dictaminó ingreso en el CIE para él. Hasta sesenta días entre rejas por tener un papel caducado.

E.F. ¿Qué más se puede hacer contra el “tarifazo”?
D. Todo sería más fácil si la gente asumiese la idea que nosotros queríamos transmitir con nuestra acción. El valor simbólico de parar los trenes cinco minutos para que la gente se parara también a pensar. Sería todo más fácil si la gente tuviera un poco de solidaridad, si adquiriéramos conciencia del poder que tenemos. Me sentí muy empoderada cuando tiré de la palanca. Fue una acción muy eficaz.  Un acto solidario. Yo tiré de la palanca no por mí sola. Si se conseguía algo era por los demás.
F. Es un pequeño ejemplo de lo que se podría hacer. Si decidimos participar en esa acción fue porque era completamente simbólica y pacífica. Estábamos bien informados y éramos plenamente conscientes de que no causaríamos ningún daño a personas ni cosas tirando de la palanca de freno de emergencia estando las puertas de los vagones abiertas.

E.F. ¿Y sirvió de algo?
F. La verdad es que los medios de comunicación consiguieron que no hubiera debate sobre la subida de precios del transporte público, todo se quedó en hablar de la acción en sí misma. Pero sí sirvió para visibilizar la represión, con nosotros y con toda la gente que fue a Sol a manifestarnos su solidaridad [hubo un gran despliegue policial y la mayoría de las doscientas o trescientas personas que se concentraron allí fueron identificadas http://bambuser.com/v/2592176]. Gente de otros círculos, otros ambientes, como mi trabajo, se van dando cuenta de la represión del sistema y su arbitrariedad. ¿Cómo tirar de la palanca de freno de un tren te puede acarrear prisión?
D. Hay una desproporción enorme. Pero el hecho de que los políticos se pusieran nerviosos demuestra su debilidad. Se asustan cuando ven que puede haber gente organizándose contra su dinero y su posición de poder. La nuestra era una acción simbólica colectiva. Pero en mi caso es una acción personal también. Mis hermanos y yo hemos tenido que firmar una hipoteca para salvar la casa de mis padres, a los que iban a desahuciar. Mi situación es desesperada. ¿Qué va a pasar a partir del uno agosto cuando se me acabe el paro? En un año y medio he trabajado cinco meses. He hecho lo que supuestamente tenía que hacer: ser buena estudiante, desempeñar mi trabajo con devoción. Yo con esa acción también quería que las cosas cambiasen, pasar de las manifestaciones a una acción directa. No soy tan activista, pero los que están ahí siempre [mira a Fermín] también necesitan un relevo. Es el momento de que, los que hemos estado en la sombra, estemos dispuestos a pasar a la acción.

E.F. ¿Cómo interpretáis la medida cautelar que puso el fiscal y que el juez aceptó?
D. No podemos acceder a las instalaciones del metro hasta el día del juicio. Pero la medida en sí misma es absurda. ¿Entonces tampoco podemos coger el cercanías, que comparte instalaciones con el metro? Para mí supone un gran perjuicio económico. Estoy buscando trabajo. Me tengo que mover. Para mí es necesario el transporte. En autobús me gasto más, y esto puede durar más de un año. La primera alegación del abogado va a ser para retirar esa medida, exponiendo mi situación personal. Es poner una multa sin ponerla, quieren joderme, obviamente no voy a ser tan tonta de volver a tirar de la palanca de freno. Es un castigo ejemplar y una forma más de coartarte tu libertad.
F. Yo creo que fue la rabieta final de la fiscal, al ver que no podía pedir prisión preventiva para nosotros.  En su mente, nuestra prisión preventiva era lo mejor para evitar que un supuesto grupo organizado empezara a cometer sabotajes en el metro. El fiscal, por el discurso que hizo durante nuestra toma de declaración en Plaza de Castilla, demostró que tenía preparado ese argumento, que al final cambió por el de que nosotros éramos un peligro para el metro y que por tanto no debíamos volver a entrar. Se veía que había recibido presiones para solicitar nuestra prisión preventiva. Pero legalmente eso no se sostenía por ningún lado, y tuvo que conformarse con esa medida absurda de impedirnos acceder a las instalaciones del metro.

E.F. ¿Cómo analizáis el tratamiento que os dieron los medios burgueses y qué importancia tuvo en el desenlace de vuestra detención.
D. Los medios actuaron con falsedad, siempre juzgando nuestra acción. Esperanza Aguirre acabó pidiendo disculpas delante de los medios por habernos llamado “kale borroka”, por decir que sólo buscábamos montar follón.
F. Todos esos medios son un instrumento político. Cuentan mal los hechos, dicen que hemos puesto en peligro la vida de 8.000 personas, cuando no ha habido ninguna denuncia, ni queja.  Juzgaron nuestra acción antes de informarse sobre ella para poder presentar lo que hicimos como un delito y al llegar las detenciones parecieran justificadas. Metro de Madrid dijo que se causaron perjuicios significativos, no daños, mucho menos cuantificables. Cuando desde arriba se toma una decisión, también se pone en marcha una maquinaria en los medios de comunicación masivos. Luego interviene la policía y lo terminan los jueces. Esperemos que dentro de un año, cuando salga el juicio, ya los de arriba no tengan que hacer esa demostración de fuerza y los jueces puedan ser justos.

E.F. ¿Qué interés podían tener esos medios en presentar así vuestro asunto?
D. Sensacionalismo, vender. Para vender era más interesante hablar de dos saboteadores que de dos universitarios o dos borrachos, que también tiran de la palanca de freno infinidad de veces en una noche de fin de semana. Detrás de esos medios hay intereses políticos, y desde arriba los controlan.
F. Yo creo que son simples instrumentos. Todos los medios masivos son iguales. Por ejemplo, el Diario Público también hablaba de “sabotaje”. Deberíamos empezar a centrarnos en los medios de contrainformación, y dejar de pensar que los mismos medios que nos llaman un día saboteadores van a contar alguna vez la verdad sobre lo que ocurre.

E.F. ¿Creéis que se cumplió el objetivo principal de la acción del colectivo Tomaelmetro?
F. Nuestro objetivo consistía en que la gente se parara a pensar en lo positivo de una acción de este tipo: cinco minutos de reflexión sobre cómo podemos actuar contra un abuso como es la subida de precios del transporte. Que en ese rato nos preguntásemos todos: “¿Qué hacemos?”,  “¿vamos a hacer algo o nos quedamos parados?”. También queríamos poner de manifiesto que una subida tan brutal del precio de metro, en el contexto vital y económico en que nos encontramos, afecta especialmente a los que están parados. Su trabajo es moverse para buscar trabajo, y si encareces su transporte, los obligas a permanecer inmóviles. Por eso nuestra reivindicación es simple: transporte público gratuito para que sea accesible a todas las personas.