A propósito de eso, una vez alguien en Brasil me contó que Walter Salles era el hijo de uno de los banqueros más importantes del país, el dueño del Banco do Brasil o algo así. Nunca he intentado confirmar esa información, pero en todo caso me parece bastante raro. Porque precisamente la evolución del cine de Walter Salles lo que da a entender es precisamente lo contrario. Su carrera parece la típica de un director joven con talento y sin un duro (O primeiro dia, 1998) al que el dinero y la fama le van anquilosando hasta acabar contando historias holliwoodianas, llenas de violencia gratuita o de lágrimas gratuitas o de estupidez de alto presupuesto (Diarios de motocicleta, 2004). Un Sergio Cabrera, vamos, un Mercero, un Saura, un Cuerda... la estela que dejó el fin de la censura aquí en nuestro país es infinita.
Bueno, pues Pablo Trapero parece estar en medio de ese mismo proceso de aburguesamiento. Y es una pena, con los momentos felices que nos hizo pasar en el primer lustro de este siglo (Mundo grúa, 1999; Familia rodante, 2004; Naikor, la estación de servicio, 2001; El bonaerense, 2002). Es verdad que el cine suyo, básicamente una épica de los buenos sentimientos, es una cuerda floja de la que es muy fácil y muy comprensible caerse al abismo de la cursilería. Precisamente por eso él mismo habrá decidido pasarse a la moda del cine "matrixero" latinoamericano, más frío y más calculador en el sentido literal. Me refiero al estilo del Iñárritu de Babel o al de Cobrador, de Paul Leduc, ese cine de efectos especiales impecables, de narraciones dislocadas, de historias contadas en varios sitios del mundo y, sobre todo, de inversiones millonarias que deben ser recuperadas en las taquillas de ese mismo mundo globalizado. Sin embargo, yo creo que a un tipo con el sentido del humor y la capacidad de análisis de Pablo Trapero, hay que exigirle que no se venda con películas como Leonera (2008).
De hecho, el punto de inflexión en esa carrera de Trapero hacia el cine comercial me parece que está en Nacido y criado (2006), donde ya los efectos especiales y el sensacionalismo formal desplazaban al trabajo "documental" de los antiguos actores no profesionales, contadores de historias cotidianas. Por cierto, ¿saben quién salía en los título de crédito de Nacido y criado como coproductor? Walter Salles.
A ver si va a ser verdad lo que me dijeron a mí en Brasil...