El jueves, el rey de Marruecos, asesorado por el CNI español, ordenó poner una bomba en una cafetería en Marraquech para atribuírsela a yihadistas radicales y justificar así la represión contra la revuelta popular que se le estaba viniendo encima.
Tres días más tarde, Obama y el nuevo director de la CIA, David Petraeus, dieron la orden de matar (o decir que mataron) a su antiguo socio Bin Laden, para llenar de nuevo los periódicos del planeta con la palabra Al-Qaeda, provocar por todo el mundo árabe la reacción violenta de islamistas estúpidos (o inteligentes agentes vestidos con turbantes) y así dar un balón de oxígeno y una inmensa coartada a los dictadores corruptos que tienen allí puestos. Así, a partir de hoy, los tiranos seguirán aplacando a sangre y fuego las revueltas democráticas, obreras y laicas que están poniendo en riesgo la continuidad de sus dictaduras, y de paso la hegemonía de Estados Unidos e Israel en la región, pero argumentando, como en tiempos de Bush hijo, que lo hacen en nombre de la lucha contra el terror.
¿Y si la realidad consistiera exactamente en lo contrario de lo que te están contando? ¿Y si descubrieras un día la mentira que tienes ahí delante de tus narices?