lunes, 30 de mayo de 2011
El Sol en medio de Oriente
Hoy es lunes 30 de mayo de 2011. Hace una semana que fueron las elecciones municipales, y empezó la verdadera Revolución de Madrid.
La asamblea de la Ciudad Sol, constituida ayer a partir de las 8 p.m., decidió continuar "por ahora" con la acampada. La solidaridad con los heridos en los desalojos de la Plaça de Catalunya de Barcelona, Lleida, Sabadell y La Bastilla en París, el apoyo a los acampados en plazas de ciudades con menos fuerza, las prisas porque nos daban las uvas (las 12 era la hora consensuada para terminar la asamblea y no molestar a los vecinos) y el afán por seguir centralizando las decisiones hasta que las asambleas de barrios y municipios se consoliden y se apruebe una tabla reivindicativa con puntos y objetivos claros que trasladar a las autoridades establecidas, fueron los argumentos que triunfaron a favor de la continuidad del cámping. En contra, hay bastante gente que, a título individual y después de haber constatado el éxito de la convocatoria de las primeras asambleas de barrios del pasado sábado (con un primer cálculo de más de 20.000 personas reunidas, muchos de ellos sin que hubieran participado nunca en la Acampada de Sol), ya ha comenzado su repliegue progresivo hacia los satélites, y abiertamente expresó su preferencia por el desmantelamiento simbólico del campamento base.
Aparte de la discusión de si irse o no irse, que afectaba al meollo del Campamento Sol, en uno de los márgenes de la propia plaza peatonal estuvo sucediendo, ayer por la tarde también, un acto de solidaridad con el pueblo palestino. Estaba organizado por el Comité Filastin, autodenominado Comité por la Defensa de la Vida del Pueblo Palestino. Este grupo de personas, de vocación libertaria y asamblearia, se ha propuesto, a la luz de las experiencias obtenidas durante estos días en el Sol, la ingente tarea de servir de enlace y apoyo a las diferentes plataformas de migrantes procedentes del Norte de África y Oriente Próximo que en Madrid llevan meses manifestándose en la puerta de las embajadas de sus países de origen y organizando concentraciones en lugares emblemáticos de la ciudad para denunciar los abusos de sus dictadores. El concepto aglutinador de su proyecto es la defensa de la libertad, la vida y la unidad de los trabajadores del mundo árabe contra los mecanismos represivos que los estados y el capital ejercen, con la ayuda del armamento suministrado por los gobernantes de los países ricos, contra cualquier forma de resistencia y movilización popular en territorios tan diversos como Palestina, Túnez, Egipto, Libia, Siria, Irán, Yemen, Bahréin, etc. Como existe la paradoja de que el Sol en estos días representa el mundo, lo que sucedió durante ese acto nos ha parecido más interesante para contárselo que lo que estaba deliberándose en la mediática Asamblea General.
Cuando llegamos, un corro de unas 80 personas se congregaba junto a un mural con fotografías que los activistas del Comité Filastin habían tomado durante varios años en sus estancias en los Territorios Ocupados. El corro estaba gritando consignas como "¡Viva la lucha del pueblo palestino!", "¡Estado sionista, estado terrorista!" o "¡Intifada, intifada!", con motivo del primer aniversario del asesinato de 9 tripulantes de la Flotilla de la Libertad por fuerzas de asalto del ejército israelí. Por lo que pudimos averiguar después, allí había personas marroquíes, egipcios, saharauis, españoles, iraníes, franceses, un par de inconfundibles policías de paisano (bajo este Sol de justicia ya casi todos nos vamos conociendo), y un importante y bullicioso grupo de mujeres sirias, que hacía unas pocas horas habían vuelto a manifestarse en la puerta ensangrentada de la Embajada de su país en Madrid, en el Paseo Recoletos. Durante la escasa hora y media que duró el acto, y con fuerte presencia policial uniformada en el arranque de la calle Arenal, hubo varias interrupciones, ruidos con nombres y apellidos que, a nuestro modo de ver, representan las diferentes formas de pensar de los habitantes del mundo con respecto a lo que está pasando en el submundo árabe. Tal como nos los imaginábamos leyendo la sección de Internacional de su periódico de cabecera, los vimos ayer acercándose a la concentración pro-palestina de Sol.
Pues bien, al poco tiempo de comenzar el acto, una mujer con poco aspecto de agente del Mossad, y que probablemente venía de seleccionar sus futuras compras en los comercios de la Calle Preciados, se aproximó a una de las mujeres con "hiyab" y con carrito de bebé y bebé dentro, y le espetó que los palestinos eran los verdaderos terroristas, que ponían bombas a los israelíes. Era la voz (estarán conmigo) de la estulticia del sistema, del pensamiento único manipulado desde arriba, una forma de pensar obtusa que, por arte de la pulsión aglutinadora impuesta desde el núcleo de la Acampada Sol, cada vez se envalentona más y se atreve a manifestarse a voces y en público incluso dentro de la superficie solar ocupada. La mujer musulmana con carrito y bebé, que al parecer era una conocida intelectual siria exiliada en España, le contestó con una mirada de desprecio y redoblando sus gritos contra el estado terrorista de Israel.
Al poco rato, un hombre descamisado y de tez curtida por el Sol, muy jipi él, invadió el círculo de los solidarios con Palestina, arrebató el megáfono a quien gritaba en esos momentos "¡Libertad, libertad, queremos libertad!" y se lo acercó airado a los labios: "Hablar aquí de "Intifada" es una ofensa a todo el Movimiento. Deberíais abandonar inmediatamente la Plaza y hacer vuestra concentración fuera. Nuestro Movimiento es pacífico y no puede tolerar apelaciones directas a la violencia". Era la voz de la "resistencia pacífica", que al poco rato se acompañó con algún supuesto representante de la Comisión de Respeto, que dialogó por lo bajito con el que hacía de portavoz del Comité Filastin. No sabemos cuál fue el contenido de aquel diálogo (seguramente la traducción al castellano del término "Intifada"), pero sí nos dimos cuenta de que los congregados gritaron, a partir de entonces, un eslogan sintomático: "¡No es violencia, es resistencia!" Y a fe que resistieron, frente a los envites del elemento pacifista que siguió acosándoles durante el resto del acto, frente a la mirada golosa de los policías infiltrados, y frente a los otros sujetos uniformados, que llegaron a atravesar desafiantes el círculo de los solidarios con Palestina, casi al final del acto.
El segundo ruido que interrumpió el canal de comunicación entre los concentrados por Palestina y su público, el proferido en nombre de la paz, no es para nada despreciable. Merece la pena detenerse un rato a analizarlo, puesto que las dudas acerca del tipo de resistencia que estamos generando en la Acampada son a la vez preocupantes y enriquecedoras. El debate sobre el alcance del concepto de "desobediencia civil pacífica" y en qué momento se considera quebrantado el altar de "lo violento" (por gritar la palabra "Intifada", por ejemplo) debe seguir siendo prioritario dentro del Movimiento, puesto que de eso depende con toda seguridad nuestra continuidad sobre la faz del Sol y sus satélites. Las pistolas Star PK 9mm Parabellum que había en las riñoneras y en las fundas reglamentarias de los policías nacionales que vigilaban la concentración por Palestina en uno de los rincones del Sol ayer pueden ser un buen símbolo para comenzar a discutir desde cero. El gas pimienta rociado desde un helicóptero el viernes en la Plaça de Catalunya también. El atasco de la Primavera Árabe cuando los rebeldes libios tomaron las armas que nuestros gobernantes le vendieron a Gaddafi también. En todo caso, y hasta que tengamos la oportunidad de hablar con él, vaya por delante nuestro respeto por el valeroso jipi descamisado, a buen seguro curtido en más batallas que nosotros. Nos ha hecho seguir pensando, aunque de momento tenemos que decir que no nos parece bien lo que hizo: traspasar la circunferencia de los solidarios con el pueblo palestino, llegarse al centro y llamarles ahí desvergonzados a voz en grito nos parece un gesto violento por su parte. Acusar ante los "guardianes" de la Comisión de Respeto (sin fijarse en los otros guardianes armados) a personas que conocen de primera mano el dolor de los niños palestinos, que han visto la sangre de los manifestantes sirios, o que simplemente están amenazados de muerte por organizar actos de repulsa frente a sus respectivas embajadas aquí en Madrid, también puede ser catalogado como un acto infantil y desproporcionado. Todos sabemos que los niños a veces pueden llegar a ser muy crueles, muy inteligentes, y violentos.
Por último, el acto de ayer en el margen de la Plaza de Sol se vio interrumpido por una tercera y última voz portadora de ruido. Un hombre adulto, de mediana estatura y con poco pelo, se dedicó un buen rato a gritar eslóganes que, por su sonrisa exaltada, a buen seguro le parecían irónicos. Cada vez que los congregados gritaban "¡Libertad!", él decía "¡Libertad, OTAN!". No nos hizo falta preguntarle: estamos seguros de que las consignas de apoyo al pueblo sublevado en Libia, Siria e Irán, le parecían los preparativos de una nueva invasión "humanitaria" por parte de EEUU. Él piensa (y no le falta razón) que cualquier revolución popular en esos países acabará con una intervención imperialista para apropiarse de sus recursos naturales. Cualquier manifestación a favor de las revoluciones populares en aquellos tres países, le huele raro. Es la voz airada del viejo cuadro del PCE, o del "trotsko", o del "estalinista" que de tanto que le insultaron con ese apelativo se lo acabó apropiando, o del socialista del siglo XXI, el chavista, o el "moralista" en su sentido menos recto. Es la voz del enemigo del enemigo que insiste en hacerse enemigo también de quien debería ser su amigo. No sé si ustedes me entienden. Los del Comité Filastin dicen que tampoco saben qué hacer para entenderles.
Pero bueno. Tal vez sea mejor así. Que se sigan increpando los unos a los otros. Quizá es la única forma de enriquecerse mutuamente que tienen los hombres de sangre caliente. Así, sin llegar a (darse) las manos.
Hasta mañana.