Ayer unos 5.000 jóvenes se manifestaron en Madrid, bajo el lema "Sin casa, sin curro, sin pensión, sin miedo", acudiendo a la llamada de un grupo de Facebook que se autodenominó Juventud sin futuro. Los que llevan más tiempo organizando concentraciones en las calles de la ciudad dicen que lo de ayer fue nuevo. La energía consciente y la rabia que transmitía el grupo no se había sentido desde hacía mucho tiempo. Al terminar la marcha, en la plaza del Museo Reina Sofía, parece que muchos de ellos estaban pensando en la doble acampada de la Qasba de Túnez, o recordando las sentadas multitudinarias en la plaza de Tahrir en El Cairo, en la de la antigua Perla en Bahréin, en la de Azadi en Teherán, en la de la Universidad en Sanaa. Los gritos de "¡Vuestra crisis no la pagamos!" y "¿Qué pasa, qué pasa? Que no tenemos casa?" empezaron a mezclarse con otros más contundentes y más sencillos: "¡De aquí no nos vamos!", "¡que se vayan ellos!" A medida que ese grito se iba haciendo más unánime, la cantidad de los policías iba medrando. Sus conversaciones por los walkies tenían un efecto inmediato sobre el número de lecheras que cerraban los accesos a la plaza y presionaban inconscientemente a los manifestantes hacia el centro. Los que tienen más experiencia en este tipo de concentraciones, saben que el final que les aguarda es siempre el mismo. Después de que mucha gente se haya rendido a la intimidación policial y se haya ido alejando por las calles aledañas hacia sus casas, los que quedan, los que resisten pacíficamente, son siempre disueltos a palos por los antidisturbios. No importa en absoluto que la resistencia sea simbólica y no violenta. La agresión policial va a llegar a una determinada hora. Están entrenados para hacer eso.
Pero ayer ocurrió una sorpresa. Un grupo bastante numeroso de los jóvenes que se mantenían en la Plaza decidió salir conjuntamente. Una vez llegados a la Glorieta de Carlos V, se vieron con fuerzas para ocuparla, detener el tráfico y visibilizar así un poco más su protesta. En el momento de enfrentarse al cordón policial y ocupar la carretera, los "insurrectos" llevaban todos los brazos en alto y gritaban "¡Estas son nuestras armas!" Es absolutamente falso que alguno de ellos lanzase botellas o piedras contra la policía. Con el objetivo de detener el tráfico rodado, y de obstaculizar, por supuesto, a las furgonetas de la Policía Nacional que los perseguían, es verdad que algunos decidieron cruzar vallas en medio de la carretera, otros mover de sitio las balizas y los contenedores de plástico, y otros hacer cadenas con sus propios brazos. Consiguieron marchar en grupo, por la carretera, hasta la plaza de Cibeles, y cortar el tránsito durante media hora en la vía principal de la ciudad en la que malviven.
En una sociedad donde se reprime con violencia cualquier manifestación política que cuestione en su raíz un sistema por el que la masa de población depauperada aumenta de día en día, mientras el sector de la gente más rica acumula cada vez más dinero; en una sociedad donde se criminaliza judicialmente la huelga, el instrumento más efectivo que durante décadas han tenido los trabajadores y los estudiantes para reclamar un reparto más justo de los bienes; en una sociedad donde los medios de comunicación masivos jalean y autorizan la saña policial ejercida sobre los sectores más débiles económicamente (los trabajadores precarios, los parados, los estudiantes y los migrantes) el único camino que queda para mostrar públicamente nuestra denuncia es la desobediencia civil pacífica.
Y si eso no sirve y continúa la represión, entonces será la revolución, o la guerra.
http://www.abc.es/20110408/local-madrid/abci-ninis-201104080002.html
http://www.elmundo.es/elmundo/2011/04/08/madrid/1302253364.html
http://www.publico.es/370253/trece-detenidos-por-disturbios-en-la-marcha-contra-la-juventud-precaria