
http://www.aljazeera.com/news/middleeast/2011/11/2011112253021787298.html
Numeritos que se hacen con el movimiento en retroceso de las olas después que han llegado a la orilla
Bravo por los profes de Madrid. Ayer por la mañana, y con menos de 24 horas para difundir la convocatoria, consiguieron celebrar una estupenda asamblea regional independiente, a la que se presentó más del 50% de los delegados de las áreas educativas de la Comunidad, y un buen puñado de representantes de claustros, así como delegados de los sindicatos alternativos y un montón de docentes a título individual. El motivo era bien sencillo: las empresas sindicales mayoritarias en el sector, con CCOO a la cabeza, habían vuelto a reírse de ellos. Pasando olímpicamente de los acuerdos tomados en las asambleas de los trabajadores de la enseñanza de Madrid, la mesa intersindical reunida un día y medio antes (la tarde del 10 de octubre) había convocado, de forma unilateral y cobarde, un calendario de 3 únicos días de paro hasta finales de noviembre, cuando los profesores habían votado mayoritariamente un modelo de huelga indefinida.
Ese modelo de huelga indefinida se había adoptado de forma completamente democrática y transparente. Durante toda la semana pasada, los profesores de secundaria de la Comunidad de Madrid, organizados en una eficiente red de asambleas de centros educativos y zonas, estuvieron sondeando la opinión de sus compañeros. El resultado de ese sondeo reflejaba la voluntad de la mayor parte del colectivo por adoptar un modelo concreto de movilizaciones, con dos puntos fundamentales:
- Por un lado, la convocatoria de paros de dos días por semana en semanas alternas hasta la retirada de las Instrucciones de principio de curso en secundaria y la vuelta al cupo de 2009 en todas las etapas de la enseñanza pública no universitaria. Esa huelga de dos días cada dos semanas, denominada por los profesores con la abreviatura "2-0-2-0", tenía que empezar los próximos 19 y 20 de octubre.
- Por otro lado, la extensión del conflicto a la educación primaria e infantil. Los maestros de primaria e infantil sufrieron el año pasado en Madrid recortes de plantilla y de condiciones laborales de la misma o mayor envergadura que los que han sufrido a principios de este curso los profesores de secundaria. Aunque en aquel momento no se movilizaron, en buena medida por la desidia de los sindicatos subvencionados, este año muchos de ellos han visto la oportunidad de reclamar lo que hace tiempo les vienen robando. Así, cada vez más claustros de profesores de primaria e infantil se han ido reuniendo en sus centros de trabajo y enviando delegados a las asambleas de área constituidas por los profes de secundaria. Los profesionales de la enseñanza secundaria, a su vez, son muy conscientes de que la segregación de las demandas de los docentes según etapas educativas les perjudica como colectivo en lucha y beneficia tanto a quienes están en el poder en los gobiernos regional y central como a quienes mueven los hilos desde los sindicatos amarillos, que no quieren una movilización contundente que pueda poner riesgo sus privilegios.
Por eso la rabia fue lo primero que se pudo sentir ayer en la asamblea independiente de profesores constituida desde las 11 de la mañana en el I.E.S. María de Austria de Plaza Elíptica. Hacía pocas horas que los gestores de las cinco empresas sindicales mayoritarias en el sector, reunidos en conciliábulo, habían publicado en todos los medios hegemónicos su convocatoria de paros los días 20 de octubre, 3 y 23 de noviembre, afectando únicamente a la enseñanza secundaria y alegando que no convocaban más días de huelga en noviembre para no interferir en la campaña electoral. La sensación de hastío entre los profes allí reunidos, unida a la sospecha de que las cinco empresas sindicales tenían interés en desmovilizarlos poco a poco, se habían vuelto, después de la última maniobra, una realidad que crispaba el ánimo de los allí presentes. Muchos de los delegados que acudieron a la cita de ayer habían trabajado con denuedo durante siete días para conseguir que los claustros de sus centros de trabajo se reunieran y votaran el calendario de huelga que mejor les parecía a todos, habían acudido luego a las asambleas de zona a volcar los resultados de dicha consulta, y encima habían compaginado todas esas tareas de organización con los piquetes informativos, los encierros, las manifestaciones y los demás actos reivindicativos organizados a nivel local y regional durante la semana de huelga pasada. Por eso ayer tenían la sensación de que no sólo Esperanza Aguirre y Lucía Figar estaban jugando a desmotivarlos y enervarlos: estaban convencidos de que los sindicatos de concertación también tenían interés en agotarlos.
La postura de la corporación CCOO, mayoritaria en el sector, ha sido especialmente vergonzosa en este asunto. Después de que UGT, STEM, ANPE y CSIF remoloneasen en los preparativos de las anteriores movilizaciones, llegando a boicotear la convocatoria de huelga del pasado día 22 de septiembre, las bases de CCOO presionaron a sus gerentes para que su organización tomase las riendas de una verdadera asamblea provincial de delegados de zona, donde los profesores fuesen los principales protagonistas y quienes eligiesen el camino a seguir en el conflicto contra la Consejería de Educación. Así, el pasado 29 de septiembre, en el salón de actos de la sede de CCOO en la calle Lope de Vega de Madrid, se celebró una asamblea de delegados de zonas educativas de la región, la primera después de las reuniones informativas de los días 20 de julio, 31 de agosto y 8 de septiembre. Fue una asamblea esperanzadora, puesto que los delegados, previamente elegidos por sus compañeros para trasladar las propuestas consensuadas en las distintas asambleas de zona, pudieron por primera vez desde el inicio del conflicto gestionar los acuerdos que traían y tomar decisiones concretas acerca del calendario de movilizaciones. En los días previos a esa reunión se había creado una estupenda herramienta informática, llamada Red Verde, con la que se establecía una comunicación interna entre todas las asambleas de profesores de Madrid y se intercambiaban, de forma cada vez más efectiva, las propuestas y los acuerdos firmes que en cada una de ellas se iban tomando. Los jerifaltes de CCOO, viendo que los profes se estaban organizando por su cuenta, que lo estaban haciendo bien, y que encima sus propios afiliados de base se les estaban subiendo a las barbas, no tuvieron más remedio que convocar esa asamblea regional, abrir la mano y dejar que los representantes de cada asamblea votasen sobre las futuras acciones del colectivo. Eran, si mal no recuerdo, treinta y pico delegados de zona, cada uno con un voto, y un delegado de la Asamblea de Interinos, al que se le concedió un voto también tras argumentar que el colectivo al que representaba estaba fundamentalmente compuesto por profesores despedidos y por lo tanto incapacitados para participar y votar en las asambleas de centros de trabajo. La mesa estaba compuesta por tres liberados de CCOO y tres representantes de zona (dos de ellos afiliados de esa empresa), convenientemente elegidos al principio de la asamblea para que, en el momento de hacerlos subir al estrado, pareciese que la selección se había hecho de forma aleatoria. En todo caso, y a pesar de esas irregularidades, daba la impresión de que las bases de CCOO, inspiradas por el 15-M, habían empezado una revolución dentro de su corporación, y que la estructura asamblearia tan bien urdida por los propios profesores a lo largo y ancho de la geografía madrileña iba a terminar infiltrándose en el entramado empresarial-representativo de los sindicatos de concertación. En un momento incluso, desde la mesa, se les ofreció a los delegados de los tres sindicatos alternativos presentes en la sala (CNT, CGT y SUT) la posibilidad de que votasen también las propuestas volcadas allí por los portavoces de zona, ofrecimiento que el delegado del sindicato de Enseñanza e Intervención Social de la CNT de Madrid, con buen criterio, declinó en nombre de su organización, "porque eran los trabajadores los que debían decidir el futuro calendario de movilizaciones, no los sindicatos." A cambio, se le cedió un turno de palabra de tres minutos a él, y a los representantes de CGT y SUT, que coincidieron en reclamar a los dirigentes de CCOO respeto a las decisiones tomadas de forma soberana por las asambleas de profesores. También habló allí la delegada del sindicato STEM, que, al verse desplazada del púlpito que había estado ocupando en las anteriores reuniones informativas, se había pasado la tarde pululando fuera de sí por entre las butacas del salón de actos. Fue la suya una intervención desatinada, casi hilarante, síntoma evidente del desquiciamiento que esos profesionales del negocio sindical están viviendo en estos días de asamblearismo y autoorganización en Madrid.
Aparte de algunas cuestiones menores sobre acciones locales y periodicidad de las concentraciones frente a la Consejería, lo que los delegados en aquella asamblea del día 29 decidieron fue básicamente una cosa: que durante la siguiente semana, la del 31 de septiembre al 6 de octubre, se haría el esfuerzo por reunir de nuevo a todos los claustros de los institutos de Madrid y se sometería a los profesores que participasen en dichas asambleas a un cuestionario sobre el tipo de movilización que preferían seguir de ahí en adelante. Los resultados se trasladarían posteriormente a las correspondientes asambleas de zona, y de allí a una nueva asamblea regional el lunes 7 de octubre, donde se consensuaría un calendario de movilizaciones claro, decidido en función de los resultados de dicha encuesta. Un profesor, oliéndose la traición que se estaba gestando, propuso que esa asamblea regional del día 7 se celebrase en un instituto de Madrid, no en la sede de CCOO. La liberada sindical Isabel Galvín, desde la mesa, se demudó un poco del susto, pero, una vez repuesta, y como profesional que es de la política y el engaño, consiguió que los profesores condescendiesen para que la siguiente asamblea regional se celebrase otra vez en casa de CCOO. Su argumento era que, aunque en la asamblea sólo tuvieran derecho a voto los delegados de zona, era importante disponer de un espacio grande para que todos los profes y maestros interesados pudiesen acercarse a conocer las deliberaciones de sus delegados. Era precisamente el argumento con el que ella misma y su compañero Paco García se habían encargado de abortar la toma de decisiones de los delegados en las anteriores asambleas regionales los días 31 de agosto y 8 de septiembre: "¡aquí hay un montón de gente que no sabemos ni quiénes son y así no se puede votar nada!" Con todo, los delegados fueron generosos de espíritu, y, como se demostraría más tarde, un poco inocentes: quedaron en volver a reunirse, ya con los resultados de la famosa encuesta en la mano, el lunes 7 de octubre por la tarde en el lugar que CCOO les dijese.
Tal y como habían prometido los delegados, el mencionado cuestionario se movió en los claustros de profesores de todo Madrid. El contenido de dicho cuestionario había sido aprobado en votación por los delegados en aquella asamblea del día 29 de septiembre: consistía en preguntarles a sus compañeros, primero, si querían seguir con la huelga o no, y, si respondían que sí, qué tipo de huelga preferían. De los tipos de huelga posibles, se consensuó ofrecerles cuatro modalidades para que eligiesen una:
- Tres días a la semana todas las semanas.
- Tres días a la semana en semanas alternas.
- Dos días a la semana todas las semanas.
- Dos días a la semana en semanas alternas.
Los lectores que hayan seguido un poco el desarrollo de este conflicto sabrán que la primera opción fue la más votada por el colectivo de profesores antes de que comenzara oficialmente el curso (casi un 73% de los encuestados). Era un modelo de huelga indefinida, que intentaba salvaguardar un poco el bolsillo de los huelguistas evitando parar los cinco días de la semana y confiando en que el Sindicato de Estudiantes tuviese la inteligencia de complementarlo convocando huelga de alumnos los lunes y viernes de cada semana. En otras palabras, desde el principio del curso la mayoría de los docentes de secundaria se habían mostrado muy conscientes de que la huelga indefinida de tres días por semana era la mejor arma para ganar este conflicto, la herramienta de lucha idónea para poner de manifiesto la idea fuerte que cohesionaba la indignación del colectivo ante las instrucciones de la Consejería: "así, en estas condiciones, no podemos dar clase". Además, había propuestas muy firmes de acompañar esa huelga indefinida con un boicot coordinado a los horarios, a las actividades extraescolares, a los equipos directivos que se plegasen a las órdenes draconianas de la consejera, a las editoriales de libros de texto, generando así un atasco integral en las aulas madrileñas que obligase a Esperanza Aguirre y sus secuaces a retroceder en su perverso plan de privatización de la escuela pública. Además, desde un primer momento, se planteó la necesidad de sumar a los ciclos de primaria, infantil y casas de niños a este conflicto, puesto que, como dijimos, los recortes habían sido tan duros o más para ellos en el pasado reciente.
En definitiva, muchos de los involucrados en este conflicto estamos convencidos de que aquella huelga, la que querían los profes, habría dado el triunfo a los trabajadores en un breve plazo de tiempo. Este orgulloso redactor, como muchos de los profesores a los que ustedes pregunten en Madrid, está seguro de que la huelga indefinida de martes a jueves habría durado como mucho tres o cuatro semanas, y que, ante la amenaza de otros colectivos (Universidad, sanidad, bomberos) de sumarse a la protesta, Lucía Figar y la marquesa consorte se habrían quitado enseguida la careta de "damas de hierro" y habrían retirado las Instrucciones y readmitido, cuando menos, a los 3.200 interinos despedidos este año en secundaria.
En Madrid tenemos el precedente de la huelga exitosa de los trabajadores del metro en el verano de 2010. Entonces el enemigo era el mismo (la Comunidad de Madrid) y el contexto social infinitamente menos propicio. Todavía recuerdo a las viejas madrileñas insultando a los conductores desde los andenes, y la salvaje criminalización que todos los medios hegemónicos hicieron de la reacción de los trabajadores ante una agresión brutal a sus derechos. Sin embargo, la huelga indefinida de los conductores del metro de Madrid logró buena parte de los objetivos que se planteaba, y alguno más que se perdió en el camino debido a la intervención caprichosa de la UGT a última hora. Pero claro, los sindicatos que llevaron la voz cantante en todo aquel proceso de movilizaciones fueron Solidaridad Obrera y CNT, dos organizaciones sin liberados sindicales, que no aceptan subvenciones y que se niegan a participar del circo de las elecciones y los comités de empresa.
Bien al contrario, quienes han llevado la batuta de las movilizaciones de los docentes madrileños hasta ayer día 12 de octubre han sido cinco corporaciones untadas hasta las cejas con el dinero suministrado por los mismos que promueven los recortes. Su intención ha sido, hasta ahora, la de apagar el fuego de la protesta y dilatar el proceso de huelga hasta el día en que puedan sentarse a negociar con la administración regional y hablar con ella, entre otras cosas, de sus cupos de liberados sindicales para el próximo curso. Por el camino, han logrado que la Marea Verde se vuelva, de momento, marejadilla, y que la huelga indefinida que los profesores querían secundar desde el principio haya quedado, de momento, en agua de borrajas. Está claro que no quieren, bajo ningún concepto, que los trabajadores de este país descubran el poder de su voz en las calles ni que se enteren de que una huelga indefinida en los centros de trabajo les puede devolver en un plazo muy breve de tiempo todos los derechos que se les han usurpado durante los últimos meses de reformas y decretazos. Saben perfectamente que el día en que los trabajadores se empoderen y aprendan a organizarse por su cuenta, el submarino amarillo que ellos representan, carburado con la financiación de las arcas públicas, se hundirá para no volver a tocar la superficie nunca.
Pero volvamos al asunto de la encuesta enviada, a partir del pasado día 29 de septiembre, a los centros de enseñanza secundaria. El resultado fue el siguiente: votaron 4.497 claustros de centros de enseñanza secundaria, de los cuales 3.205 se mostraron mayoritariamente a favor de secundar la huelga. De entre las modalidades de huelga propuestas, la opción más votada entre los claustros dispuestos a continuar los paros fue la de dos días por semana en semanas alternas (modelo “2-0-2-0”), con 1.752 centros a favor de secundarla. La segunda opción más elegida fue la primigenia, la de huelga tres días todas las semanas (modelo “3-3-3-3”), con 360 claustros de profesores mayoritariamente dispuestos a emprenderla. Los otros dos modelos de huelga (“3-0-3-0” y “2-2-2-2”) tuvieron bastante peor acogida, con 172 y 271 votos favorables respectivamente.
Otro factor a tener muy en cuenta, aunque mucho más difícil de evaluar en sus consecuencias, es que durante todo el proceso de votaciones de la semana pasada, los sindicatos amarillos desplegaron por los institutos y las asambleas de área de Madrid a su ejército de liberados, bandada de vampiros bien entrenados para rebajar la tensión sanguínea de los huelguistas y orientar la decisión de los profesores hacia la opción de lucha más transversal, menos cañera. Los que hayan estado presentes en esas asambleas los habrán conocido por su oratoria de políticos bregados en mil batallas de caverna, por sus discursos que siempre ponen la voz en grito contra el PP al principio, pero que acaban exhibiendo un brillante extintor de fuegos cuando terminan. En muchas de las áreas, incluso, utilizaron sus peores artes verborreicas y hasta las amenazas físicas para poder copar las asambleas, exorcizar cualquier arrebato de entusiasmo y ridiculizar en público a los portadores de las voces que defendían las opciones de lucha más contundentes.
La guinda de esa agotadora semana de trasiegos, asambleas y huelga les esperaba a los profes madrileños el viernes 7 de octubre a partir de las cinco de la tarde en uno de los locales que la empresa CCOO tiene comprados en el barrio de Embajadores. Al final, los treinta y tantos delegados de área habían conseguido hacer los deberes y acudieron a la segunda asamblea regional con sus carpetas llenas con los resultados de la famosa encuesta. Varios de ellos contaron allí mismo cómo hasta última hora habían estado llamando a amigos y compañeros para poder enterarse de dónde era la asamblea regional, puesto que en la página web de la Federación de Enseñanza de CCOO, la anfitriona, no se decía ni mu sobre el evento. Tampoco se decía, por supuesto, que el local que iba a acoger una asamblea tan importante como aquella iba a ser una modesta habitación en el segundo piso de un edificio inmenso. ¿No habían dicho que ellos organizarían el evento para disponer de una sala espaciosa donde entrásemos todos y estar así más que cómodos? Este orgulloso redactor se pasó un buen rato antes de comenzar la asamblea repasando los majestuosos cuadros que decoraban tres de las cuatro paredes de aquella siniestra sala: fotos y fotos elegantemente enmarcadas donde unos sonrientes sindicalistas en traje de gala se codeaban con personalidades de la talla del rey, los príncipes, el actual presidente del gobierno. La cara de un sujeto se repetía en muchas de ellas, ocupando, vaya usted a saber por qué, siempre un lugar privilegiado en los retratos: era el señor presidente del Congreso de los Diputados, don José Bono, quien impertérrito desde las láminas de la sala de Maforem, iba a tener el privilegio de vigilar, con sus ojos de sapo cristiano, el devenir de la asamblea de profes madrileños. Todo me daba muy mala espina.
Y en efecto así fue la asamblea, tal como el frontal de don José Bono: grasiento, manipulado y vacío de contenido.
Después de dos horas largas en las que los delegados estuvieron subiendo al estrado a evaluar las movilizaciones de la última semana, a explicar los acuerdos de sus asambleas, y a plantear el modelo de huelga que sus compañeros habían preferido, se hizo un receso. Al volver, la hoja de excel con los datos de la encuesta estaba ya casi completo, y mostraba que más del 60% de los claustros consultados preferían una huelga de dos días cada dos semanas hasta que se tumbaran las instrucciones y volvieran a su puesto de trabajo los compañeros despedidos. Sólo faltaba que se anunciase públicamente el resultado y que los dirigentes de CCOO encaramados en la mesa expresasen el compromiso de su compañía de convocar la huelga los días que la mayoría de los trabajadores había preferido. Cuál fue la sorpresa de los allí presentes cuando la delegada de CCOO, Isabel Galvín, inauguró la segunda parte de la reunión diciendo que la decisión que de esa asamblea saliese serviría simplemente para llevarla como propuesta al cónclave que los directivos del holding intersindical UGT-STEM-CCOO-ANPE-CSIF celebrarían 3 días más tarde en algún lugar con encanto del centro de Madrid. Para justificarlo, apeló de nuevo a la muy sobada “unidad sindical”, o sea la unidad de CCOO con dos sindicatos corporativos medio fachendosos (ANPE y CSIF), una subcontrata del Gobierno Zapatero (UGT) y un sindicato desquiciado (STEM). El murmullo entre los asistentes fue generalizado, y se convirtió en barullo cuando la otra delegada de CCOO, de cuyo nombre no soy capaz de acordarme, propuso con mucha dulzura a los delegados que votasen una nueva propuesta que se le ocurría: jornada de huelga el día 20 de octubre, sólo para secundaria, y luego lo que dios dijera.
Entonces los delegados se sublevaron. A gritos dijeron que no había nada que votar aquella vez, que los datos eran meridianamente claros y que CCOO, si realmente era un sindicato, simplemente tenía que acatar el mandato de las asambleas de trabajadores: huelga “2-0-2-0”, empezando el 19 y el 20 de octubre, e incluyendo a infantil y primaria. No se pudo ni concretar la próxima cita. La asamblea acabó con un firme balbuceo en el micrófono de la moderadora (una afiliada de base de CCOO que confío que lo seguirá siendo por muy poco más tiempo): “Entonces, hemos acordado huelga el 19 y el 20 de octubre, incluyendo a infantil y primaria…”
Lo que pasó en los días siguientes ustedes ya lo conocen. Los próximos 19 y 20 de octubre habrá huelga de docentes en Madrid. CGT y CNT tienen legalizados los dos días para todas las etapas de la enseñanza pública no universitaria. CCOO y los demás sólo el día 20 y sólo para secundaria. La próxima asamblea regional independiente de delegados de las asambleas de docentes de Madrid se celebrará el próximo día 20 de octubre, a partir de las 10 de la mañana, otra vez en el I.E.S. María de Austria. Hasta entonces, tienen trabajo los profes de Madrid que han decidido seguir su camino al margen de los sindicatos amarillos. Tendrán que poner a funcionar las 4 comisiones (Comunicación, Seguimiento, Negociación y Legal) que consensuaron crear para hacer más operativa su asamblea; tendrán que bajar a las asambleas de centro, y luego ratificar en asambleas de zona, las propuestas que salieron de la última y maravillosa asamblea regional. Entre ellas, la de constituirse en plataforma independiente de trabajadores, con capacidad para convocar, desconvocar huelgas y negociar con la Consejería; la de crear una tabla reivindicativa consensuada con la que todos se sientan identificados; la de organizar una huelga “política” (claro que es “política”, imbéciles) toda la semana de antes del 20-N; la de crear un organigrama claro y un canal muy fluido de comunicación entre los miembros; la de fijar un día (no es broma, la propuso uno de los delegados) para ir en masa a la sede de CCOO a entregar el carnet de afiliados los que aún lo tuvieran.
Al mismo tiempo, los liberados sindicales tendrán también trabajito en estos próximos 6 días. Tendrán que infiltrarse de nuevo en las asambleas y convencer otra vez a los profes de Madrid de que otro sindicalismo no es posible y de que con la autoorganización, el apoyo mutuo y la horizontalidad no se consiguen más cosas que con las elecciones sindicales y las reuniones de las juntas de personal.
Veremos otra vez quién pesa más: el agua clara o el yellow submarine.
Dosificando nuestras fuerzas, por ejemplo, estableciendo una cadencia de acciones semanales coordinadas en todos los centros de secundaria: cada semana debe de tener su afán y la coordinación le da más impulso colectivo y más repercusión mediática. Por ejemplo, semana de la consulta-referéndum, semana de divulgación de las reivindicaciones (decoración del exterior de los centros con pancartas, fotos de los profesores que faltan, reparto de octavillas a los vecinos, etc.), semana de la convocatoria y asambleas con las familias, semana con huelga, semana de constitución en asamblea permanente en los centros de toda la comunidad educativa (algo así como “Nos desvelamos por la Escuela Pública”), semana de huelga a la japonesa con acciones que demuestren que el problema no es el aumento de la jornada sino la pérdida de miles de empleo y las consecuencias negativas en la calidad educativa (clases por la tarde, en las plazas de los barrios y pueblos, sábado de centros abiertos, etc.), semana de grandes manifestaciones en las calles, nueva semana de huelga esta vez de estudiantes, nueva huelga del profesorado, etc.
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=135104
Anteayer se celebró en la plaza de Puerta de Toledo, desde las 7 de la tarde hasta que la Policía Nacional intervino para disolverla, la primera asamblea general de profesores de Madrid, convocada por la Plataforma Soy Pública con la intención de dar una respuesta colectiva a los últimos recortes en educación impuestos por el gobierno regional de Madrid y que suponen, entre otras cosas, el despido de 3.200 profesionales de la enseñanza secundaria madrileña.
Digo "la primera asamblea general de profesores de Madrid" porque el multitudinario acto que se celebró el pasado 31 de agosto en la sede de la corporación CCOO, aunque fuera presentado como tal, no constituyó ninguna asamblea. Lo que ocurrió aquel día es que unos mil quinientos profesores e interinos de la Comunidad de Madrid fueron invitados, sin saberlo, a una especie de "terapia de grupo", a una reunión de vecinos en que cada uno debía explicar los desperfectos de su casa y sólo el presidente decidía los arreglos. La sana intención que llevaba la mayoría de los profes de alcanzar allí un acuerdo colectivo sobre la respuesta que los docentes iban a dar a las nuevas instrucciones impuestas desde la Consejería de Educación, se diluyó en una "charla informativa de los sindicatos subvencionados", tal y como lo definió la plataforma Soy Pública en un valiente comunicado publicado el 1 de septiembre. (http://soypublica.wordpress.com/2011/09/01/primer-balance-sobre-la-asamblea-del-profesorado-celebrada-en-la-sede-de-ccoo-el-dia-31-de-agosto-2/)
En la mesa del Auditorio Marcelino Camacho, aquel día 31 de agosto, se situaron desde las 11 de la mañana los representantes de las cinco empresas de servicios laborales con más clientes en el sector: CCOO, CSI-F, FETE-UGT, STEM y la muy reaccionaria ANPE, afín al PP. Después de unos emotivos "speeches" de los delegados de esas corporaciones, apelando a la unidad sindical en estos tiempos de cruzada contra los servicios públicos, se abrió un turno de palabra para presentar propuestas y debatir un calendario de movilizaciones que previamente los liberados de CCOO se habían encargado de distribuir entre los asistentes. En dicho calendario se desglosaba una larga serie de actos más o menos originales (encierros, concentraciones, panfleteos, distribución en asambleas de centro y de distrito), mencionando sólo en el último punto una "posible huelga de profesores el primer día de curso: el 14 de septiembre".
Aquel momento de apertura del turno de palabra fue un espejismo de esperanza para quienes creemos firmemente en el método asambleario como forma de organizar la lucha de los trabajadores. Varias personas distribuidas por el auditorio se encargaron de ir apuntando los nombres de los que querían presentar sus argumentos sobre el estrado. Además, desde la primera intervención, el público empezó a utilizar los gestos desarrollados por el 15M para la gestión horizontal de sus asambleas, lo que a este humilde redactor le provocó una estúpida subida de adrenalina. Aunque la mesa estaba constituida por oradores profesionales con contactos en las más altas esferas de la política de este país, y aunque la moderación la asumió sin preguntar a nadie un muy elocuente dirigente de CCOO, yo todavía pensaba que la reunión podía acabar convirtiéndose en una verdadera asamblea.
Los primeros turnos, pactados con algunos ponentes afines al discurso de CCOO y UGT, hablaron en términos generales de la situación precaria a la que se estaba sometiendo a toda la comunidad educativa del sector público. Pero enseguida, a partir del quinto o sexto turno, empezaron a dejarse sentir sobre el púlpito las voces de profes profundamente indignados, de delegados de sindicatos de base y representantes de plataformas independientes que traían propuestas de movilización concretas. Entre ellas una, planteada por primera vez por la delegada del sindicato de Enseñanza e Intervención Social de la CNT de Madrid, y luego defendida con buenos argumentos por otros ponentes, generó un evidente consenso entre el público. Reclamaba una huelga indefinida de martes a jueves hasta la retirada de las famosas instrucciones encasquetadas durante el período vacacional y con alevosía por la consejera de la Comunidad de Madrid. Entre los profes más resueltos, que habían ido allí a empujar por una huelga indefinida, y los más timoratos, que se conformaban en principio con una huelga de un día (y 70 eurillos menos en la nómina), coincidiendo con el inicio del curso, la propuesta de un paro indefinido todas las semanas de martes a jueves, menos gravoso económicamente para los que la secundasen, generaba un evidente entusiasmo compartido.
Junto a esa propuesta, desde los diferentes turnos de palabra se formularon otras cuestiones muy serias, que afectaban a la organización por asambleas de zona, a la composición del futuro comité de huelga (se pidió un 50% de profesores sin filiación sindical en ese comité), al trabajo de difusión de las reivindicaciones y a la extensión de la protesta de los docentes a todo el ámbito educativo. Pasadas unas tres horas, y faltando, según el moderador, unos 30 turnos de palabra todavía, la mayoría de los allí presentes nos dimos cuenta de que los que se habían apoderado desde el principio de la mesa no tenían intención de someter ninguna de aquellas propuestas al consenso de los asistentes, ni recogerlas para una posterior votación, ni siquiera lanzarlas a los allí presentes para sondear el respaldo con que contaban. Los gritos del público reclamando la capacidad de aquella asamblea de trabajadores como órgano de decisión fueron acallados desde la mesa señalándolos como maleducados e interesados en dividir al colectivo. Incluso el moderador llegó a decir que esa asamblea que él allí presidía no podía tomar ninguna decisión porque no representaba a los profesores que se habían quedado en su casa. Supongo que el delegado de CCOO llevaba tantos años metido en su casa viviendo de las subvenciones que le ingresaban sus amigos en el poder que ya se identificaba más con los trabajadores que habían preferido quedarse en casa que con los que se habían acercado a aquel auditorio creyendo en la soberanía de una asamblea general de trabajadores.
En el fondo, la estrategia de los profesionales que se sentaron en la mesa en la reunión informativa del día 31 de agosto era la de dilatar aquella charla hasta la hora en que supuestamente debíamos abandonar el recinto (las 3 de la tarde). No sé si fue por maldad o ignorancia de la historia de la lucha obrera, pero estaba claro que no querían que los profes decidiesen por sí mismos.
Y me parece muy importante denunciar aquí la táctica dilatoria puesta en práctica por los sindicatos de concertación en aquella reunión porque a mi modo de ver reproduce, a pequeña escala, la estrategia con la que esos sindicatos del poder van a querer tutelar a los profes de Madrid durante todo el proceso de movilización y huelga que se nos viene encima. Como dijo en su intervención el liberado sindical de CCOO Agustín Moreno, hábilmente seleccionado para cerrar el turno de palabra el otro día: "Hay que estar preparados para una lucha larga, para una movilización sostenida en el tiempo (...) Tenemos que tener inteligencia para situar el conflicto contra los recortes en la educación pública madrileña en el debate de la campaña electoral del 20 de noviembre (...) una huelga indefinida con bajo porcentaje de seguimiento quema[ría] en pocos días el movimiento y el proceso de lucha y [sería] poco eficaz."
Sin embargo, y a pesar de que los sindicatos amarillos desplegaron toda su maquinaria para imponer aquel modelo de huelga de un día entre los trabajadores, seis días después de aquella reunión la liebre empezó a saltar en los claustros que consiguieron ir reuniéndose en los institutos. Según se dio a conocer anteayer en la asamblea de Soy Pública, el primer sondeo realizado entre los profes sobre una muestra considerable de asambleas de centros de la Comunidad de Madrid arrojaba una realidad que a CCOO y UGT les pone en aprieto: los profes prefieren una huelga indefinida hasta la retirada de las instrucciones que una huelga-paripé de un día y una campaña continuada de movilizaciones hasta el día de las elecciones.
Por muy poca cultura de movilización social que tenga, es lógico que el gremio de docentes madrileños prefiera una respuesta contundente e inmediata. Su objetivo prioritario es que los gobernantes den su brazo a torcer y readmitan a sus 3.200 compañeros despedidos. Poco les importan las elecciones del treintaitantos aniversario de la muerte de Franco. Igual les da que su lucha se sitúe en el debate de la campaña electoral, para que gane Rubalcaba en vez de su socio Mariano Rajoy. Los profes quieren volver a compartir pasillos y departamentos con los interinos despedidos, y saben que si no lo consiguen en los primeros días del curso, ya no lo van a conseguir nunca.
Ese fue, a mi modo de ver, el principal logro de la asamblea de profesores celebrada anteayer en la Puerta de Toledo. Ése y que muchos de los docentes allí reunidos (unos doscientos en total) conocieron cómo se desarrolla una verdadera asamblea en la que la opinión de todos cuenta a la hora de tomar decisiones. Aunque no hubo tiempo para llegar a un acuerdo sobre el modelo de huelga a seguir, tengo la sospecha de que muchos profes se fueron a casa con los deberes hechos, sabiendo que en una auténtica asamblea todo se decide colectivamente, desde la composición de la mesa hasta el orden del día que se va a tratar.
Aparte de eso, las intervenciones que escuchamos en aquella asamblea en torno a la estructura que estaba tomando el movimiento en asambleas de centro y zona, hacen suponer que muchos profes sin filiación sindical van a comprometerse seriamente, durante todo el proceso de movilizaciones, para que los acuerdos tomados por cada una de las asambleas de sus centros de trabajo (el primer y máximo órgano de decisión) se transmitan de forma transparente a las diferentes asambleas de distrito, y luego a la asamblea provincial. En ese sentido, cabe destacar la herramienta desarrollada al alimón por un profe de informática y un cerebrito alumno suyo para volcar las informaciones emanadas de las distintas asambleas en un foro compartido: www.docentesconeducacion.es. Si ustedes le echan un vistazo a la web y la ponen al lado de los arcaicos cuestionarios que CCOO y UGT estuvieron mandando a los trabajadores de la enseñanza madrileña para uso y disfrute de sus cachazudos delegados, se darán cuenta de lo que está pasando en el escenario de las reivindicaciones laborales de este país, y tal vez del mundo.
En estos momentos, una herramienta informática verdaderamente horizontal y bien desarrollada puede conseguir que un colectivo de trabajadores se organice efectivamente y luche. Si los docentes madrileños son capaces de utilizar de una manera consciente esas nuevas tecnologías que algunas personas conscientes están poniendo en sus manos, es posible que su lucha se encamine más hacia la radiante frescura organizativa de la Acampada Sol que hacia la pachorra premeditada de los sindicatos de concertación, esos que desde hace veinte años vienen traicionando a los trabajadores de este país con su política de pactos con quienes ostentan el poder.
Y es que sí, señores. Los profes madrileños se han situado ahora en el punto de mira de eso que llaman la Revolución Global. En verdad, el momento que se está viviendo en España podría ser muy importante. Igual que ocurrió con la central sindical tunecina UGTT a los pocos días del mes de enero de 2011, las cúpulas de los sindicatos CCOO y UGT, bien asesoradas por quienes los financian y sostienen, están intentando recuperar de repente el monopolio de la movilización social que el 15M les arrebató por arte de magia y que por primera vez en muchos años ponía en riesgo la estabilidad del sistema. Ayer, por ejemplo, CCOO y UGT, después de no sé cuántos meses sin dar señales de vida, movieron toda su maquinaria de correos electrónicos y llamaditas a los centros de trabajo de Madrid para que sus simpatizantes acudiesen a una manifestación contra la reforma constitucional, a las 7, entre Cibeles y nuestro maravilloso Sol. Sus dirigentes saben perfectamente que el 15M, agostado después de un mes de ajetreos y carreras delante de los antidisturbios, flojeó un poco en sus manifestaciones frente al Congreso de los días 30 y 31 de agosto, y 1 y 2 de septiembre. La huelga de profesores en Madrid es el tubo de ensayo en el que esos sindicalistas a sueldo prentenden encontrar el elixir que les devuelva las fuerzas. Se piensan que si el experimento les sale bien y recuperan su protagonismo, podrán canalizar la “Spanishrevolution” hacia lo que a ellos sólo les interesa: que la derechona no llegue al poder, que se mantengan sus privilegios dentro del régimen establecido. En vez de extinguirse avergonzados tras el estallido de Sol, ahora los sindicatos amarillos quieren aprovechar la coyuntura para reinstaurar su modelo dinosaurio de manifestaciones de repulsa y pataleta el día después de cada nueva reforma, de cada mazazo a la clase trabajadora de nuestro país. Quieren que sus militantes de base vuelvan a salir a la calle a enseñar sus chaquetas de pana y sus banderitas, mientras ellos continúan alimentándose de lo que para sí caza la alimaña, agazapada en los escaños del Parlamento, en las oficinas centrales de los bancos, en los comités de las grandes empresas.
Pues que lo hagan. Así lo ha entendido la Asamblea Popular del Barrio de las Letras, que se sumó a la manifestación de CCOO y UGT ayer bajo el socarrón lema de "Sindicatos, gracias por venir" (http://letras.tomalosbarrios.net/2011/09/05/manifestacion-contra-la-reforma-de-la-constitucion-martes-6-de-septiembre-a-las-19h/). Bien sabe la gente de las Letras, como la de los demás barrios de Madrid en lucha, que el movimiento 15-M va a ir por un camino bien diferente al hasta ahora mostrado: en los próximos meses idearemos acciones más inteligentes y más combativas que las de las procesiones con batucada hasta el Congreso de los Diputados. La PAH, por ejemplo, ya ha anunciado su nueva estrategia frente a los desahucios, que se llama, con todas sus letras, “okupación” (http://afectadosporlahipoteca.wordpress.com/). El Grupo de Vivienda de la Asamblea Popular de Lavapiés acaba de hacer público un comunicado en que exige un alquiler social universal y la reducción de los alquileres de los pisos de su barrio en un 25%, amenazando con una huelga general de inquilinos si no lo consigue. Las acciones de desobediencia civil irán surgiendo como setas desde los grupos de trabajo de Sol, para desconcierto de las autoridades. Las asambleas de los diferentes barrios caminarán hacia la instauración de redes de apoyo basadas en la autogestión y la solidaridad, donde a los sindicalistas a sueldo, como a los politicuchos, se les verán las orejas en cuanto asomen.
Finalmente, y al margen de los vaticinios sobre la protesta social que se verá este otoño en España, creo que los profesores asambleados hace dos días en la Puerta de Toledo de Madrid, han aprendido una última cosa importante: que su unidad al margen de los sindicatos les hace muy muy peligrosos. No en vano, cuando iban a decidir si secundaban la huelga del día 14, la Policía Nacional intervino para desalojarlos, con la excusa de que se había pasado la hora de fin del evento legalizado allí por la plataforma Soy Pública. No los dejaron en paz a los profes ni siquiera cuando bajaron pacíficamente hasta la plaza del Campillo a intentar continuar con su asamblea. Este redactor observó en esa plaza una escena que le traía buenos y malos recuerdos. A los cinco minutos de estar sentados en nuestra nueva ubicación, rondando las 10 de la noche, un policía de paisano, con barba de muchos días y mochila marrón vacía de libros, se plantó de pie en el margen izquierdo de la asamblea, según se miraba al moderador. Las ojeadas sañudas que repartía a diestro y siniestro, evitando cruzar la mirada con nadie, tenían el sello de garantía de la Academia de Policía de Ávila. Muchos de los allí presentes quizá no se dieran cuenta, pero el bien adiestrado funcionario estaba buscando profesores con cara de terroristas, docentes subversivos que por su aspecto o vestimenta anduvieran planeando acabar con el sistema (el educativo y el otro). Mientras él se infiltraba pensando en la ETA, Al-Qaida, y unas Panteras Negras pintadas con tiza, yo me acordaba del 17 de mayo de 2011 en la puerta del Sol, la madrugada del desalojo, cuando ese mismo policía, o uno igual que él, venía a husmearme la cocorota cada cinco minutos. Me dio, como decía, mucho gusto y congoja.
Porque el hecho de que los profes de Madrid se sentasen juntos en medio de una plaza pública, igual que la gente que durmió en Sol después de la mani del 15-M, en realidad sí es un acto muy peligroso, que ni los propios policías comprenden. Al final, una docena de ellos, estúpidamente transportados hasta allí en tres nuevísimas lecheras (para las armas de la Policía no hay recortes) se encargaron de disolver la primera asamblea general verdadera de los profes madrileños, aplazada hasta el próximo viernes por la tarde en el Palacio de Cristal del Retiro.
Y unas pocas horas después de que la Policía Nacional hiciera el trabajo sucio, ayer al mediodía, los cinco empresas de consultoría laboral mayoritarias en el sector de la enseñanza secundaria madrileña, CCOO, CSI-F, FETE-UGT, STEM y ANPE, anunciaron a bombo y platillo, y por su cuenta y riesgo, un paro general de profesores de secundaria el próximo 14 de septiembre en Madrid, el día de comienzo de las clases en los institutos. Además, han organizado, para hoy a las 6 de la tarde, una concentración frente a la Consejería de Educación de la Comunidad de Madrid. Y mañana día 8 por la tarde, una reunión de "puesta en común" entre los representantes de las diferentes zonas educativas de Madrid.
Esperemos de todo corazón que los profes de Madrid sepan convertir esa cita de mañana en una verdadera reunión de delegados elegidos limpiamente por las asambleas de distrito. Por si acaso, y para protegerse de una posible traición, el sindicato CGT ha solicitado ya formalmente la legalización de la huelga de profesores en todos los días posteriores a ese 14. Por lo mismo, el sindicato CNT ha vuelto a reiterar su compromiso de asistencia jurídica a todos los profes que decidan continuar la huelga más allá del 14 de septiembre.
Pero en realidad da igual lo que digan la CNT o su enemiga hija la CGT: todo dependerá de lo que quieran hacer con sus vidas los profes.