Anteayer se celebró en la plaza de Puerta de Toledo, desde las 7 de la tarde hasta que la Policía Nacional intervino para disolverla, la primera asamblea general de profesores de Madrid, convocada por la Plataforma Soy Pública con la intención de dar una respuesta colectiva a los últimos recortes en educación impuestos por el gobierno regional de Madrid y que suponen, entre otras cosas, el despido de 3.200 profesionales de la enseñanza secundaria madrileña.
Digo "la primera asamblea general de profesores de Madrid" porque el multitudinario acto que se celebró el pasado 31 de agosto en la sede de la corporación CCOO, aunque fuera presentado como tal, no constituyó ninguna asamblea. Lo que ocurrió aquel día es que unos mil quinientos profesores e interinos de la Comunidad de Madrid fueron invitados, sin saberlo, a una especie de "terapia de grupo", a una reunión de vecinos en que cada uno debía explicar los desperfectos de su casa y sólo el presidente decidía los arreglos. La sana intención que llevaba la mayoría de los profes de alcanzar allí un acuerdo colectivo sobre la respuesta que los docentes iban a dar a las nuevas instrucciones impuestas desde la Consejería de Educación, se diluyó en una "charla informativa de los sindicatos subvencionados", tal y como lo definió la plataforma Soy Pública en un valiente comunicado publicado el 1 de septiembre. (http://soypublica.wordpress.com/2011/09/01/primer-balance-sobre-la-asamblea-del-profesorado-celebrada-en-la-sede-de-ccoo-el-dia-31-de-agosto-2/)
En la mesa del Auditorio Marcelino Camacho, aquel día 31 de agosto, se situaron desde las 11 de la mañana los representantes de las cinco empresas de servicios laborales con más clientes en el sector: CCOO, CSI-F, FETE-UGT, STEM y la muy reaccionaria ANPE, afín al PP. Después de unos emotivos "speeches" de los delegados de esas corporaciones, apelando a la unidad sindical en estos tiempos de cruzada contra los servicios públicos, se abrió un turno de palabra para presentar propuestas y debatir un calendario de movilizaciones que previamente los liberados de CCOO se habían encargado de distribuir entre los asistentes. En dicho calendario se desglosaba una larga serie de actos más o menos originales (encierros, concentraciones, panfleteos, distribución en asambleas de centro y de distrito), mencionando sólo en el último punto una "posible huelga de profesores el primer día de curso: el 14 de septiembre".
Aquel momento de apertura del turno de palabra fue un espejismo de esperanza para quienes creemos firmemente en el método asambleario como forma de organizar la lucha de los trabajadores. Varias personas distribuidas por el auditorio se encargaron de ir apuntando los nombres de los que querían presentar sus argumentos sobre el estrado. Además, desde la primera intervención, el público empezó a utilizar los gestos desarrollados por el 15M para la gestión horizontal de sus asambleas, lo que a este humilde redactor le provocó una estúpida subida de adrenalina. Aunque la mesa estaba constituida por oradores profesionales con contactos en las más altas esferas de la política de este país, y aunque la moderación la asumió sin preguntar a nadie un muy elocuente dirigente de CCOO, yo todavía pensaba que la reunión podía acabar convirtiéndose en una verdadera asamblea.
Los primeros turnos, pactados con algunos ponentes afines al discurso de CCOO y UGT, hablaron en términos generales de la situación precaria a la que se estaba sometiendo a toda la comunidad educativa del sector público. Pero enseguida, a partir del quinto o sexto turno, empezaron a dejarse sentir sobre el púlpito las voces de profes profundamente indignados, de delegados de sindicatos de base y representantes de plataformas independientes que traían propuestas de movilización concretas. Entre ellas una, planteada por primera vez por la delegada del sindicato de Enseñanza e Intervención Social de la CNT de Madrid, y luego defendida con buenos argumentos por otros ponentes, generó un evidente consenso entre el público. Reclamaba una huelga indefinida de martes a jueves hasta la retirada de las famosas instrucciones encasquetadas durante el período vacacional y con alevosía por la consejera de la Comunidad de Madrid. Entre los profes más resueltos, que habían ido allí a empujar por una huelga indefinida, y los más timoratos, que se conformaban en principio con una huelga de un día (y 70 eurillos menos en la nómina), coincidiendo con el inicio del curso, la propuesta de un paro indefinido todas las semanas de martes a jueves, menos gravoso económicamente para los que la secundasen, generaba un evidente entusiasmo compartido.
Junto a esa propuesta, desde los diferentes turnos de palabra se formularon otras cuestiones muy serias, que afectaban a la organización por asambleas de zona, a la composición del futuro comité de huelga (se pidió un 50% de profesores sin filiación sindical en ese comité), al trabajo de difusión de las reivindicaciones y a la extensión de la protesta de los docentes a todo el ámbito educativo. Pasadas unas tres horas, y faltando, según el moderador, unos 30 turnos de palabra todavía, la mayoría de los allí presentes nos dimos cuenta de que los que se habían apoderado desde el principio de la mesa no tenían intención de someter ninguna de aquellas propuestas al consenso de los asistentes, ni recogerlas para una posterior votación, ni siquiera lanzarlas a los allí presentes para sondear el respaldo con que contaban. Los gritos del público reclamando la capacidad de aquella asamblea de trabajadores como órgano de decisión fueron acallados desde la mesa señalándolos como maleducados e interesados en dividir al colectivo. Incluso el moderador llegó a decir que esa asamblea que él allí presidía no podía tomar ninguna decisión porque no representaba a los profesores que se habían quedado en su casa. Supongo que el delegado de CCOO llevaba tantos años metido en su casa viviendo de las subvenciones que le ingresaban sus amigos en el poder que ya se identificaba más con los trabajadores que habían preferido quedarse en casa que con los que se habían acercado a aquel auditorio creyendo en la soberanía de una asamblea general de trabajadores.
En el fondo, la estrategia de los profesionales que se sentaron en la mesa en la reunión informativa del día 31 de agosto era la de dilatar aquella charla hasta la hora en que supuestamente debíamos abandonar el recinto (las 3 de la tarde). No sé si fue por maldad o ignorancia de la historia de la lucha obrera, pero estaba claro que no querían que los profes decidiesen por sí mismos.
Y me parece muy importante denunciar aquí la táctica dilatoria puesta en práctica por los sindicatos de concertación en aquella reunión porque a mi modo de ver reproduce, a pequeña escala, la estrategia con la que esos sindicatos del poder van a querer tutelar a los profes de Madrid durante todo el proceso de movilización y huelga que se nos viene encima. Como dijo en su intervención el liberado sindical de CCOO Agustín Moreno, hábilmente seleccionado para cerrar el turno de palabra el otro día: "Hay que estar preparados para una lucha larga, para una movilización sostenida en el tiempo (...) Tenemos que tener inteligencia para situar el conflicto contra los recortes en la educación pública madrileña en el debate de la campaña electoral del 20 de noviembre (...) una huelga indefinida con bajo porcentaje de seguimiento quema[ría] en pocos días el movimiento y el proceso de lucha y [sería] poco eficaz."
Sin embargo, y a pesar de que los sindicatos amarillos desplegaron toda su maquinaria para imponer aquel modelo de huelga de un día entre los trabajadores, seis días después de aquella reunión la liebre empezó a saltar en los claustros que consiguieron ir reuniéndose en los institutos. Según se dio a conocer anteayer en la asamblea de Soy Pública, el primer sondeo realizado entre los profes sobre una muestra considerable de asambleas de centros de la Comunidad de Madrid arrojaba una realidad que a CCOO y UGT les pone en aprieto: los profes prefieren una huelga indefinida hasta la retirada de las instrucciones que una huelga-paripé de un día y una campaña continuada de movilizaciones hasta el día de las elecciones.
Por muy poca cultura de movilización social que tenga, es lógico que el gremio de docentes madrileños prefiera una respuesta contundente e inmediata. Su objetivo prioritario es que los gobernantes den su brazo a torcer y readmitan a sus 3.200 compañeros despedidos. Poco les importan las elecciones del treintaitantos aniversario de la muerte de Franco. Igual les da que su lucha se sitúe en el debate de la campaña electoral, para que gane Rubalcaba en vez de su socio Mariano Rajoy. Los profes quieren volver a compartir pasillos y departamentos con los interinos despedidos, y saben que si no lo consiguen en los primeros días del curso, ya no lo van a conseguir nunca.
Ese fue, a mi modo de ver, el principal logro de la asamblea de profesores celebrada anteayer en la Puerta de Toledo. Ése y que muchos de los docentes allí reunidos (unos doscientos en total) conocieron cómo se desarrolla una verdadera asamblea en la que la opinión de todos cuenta a la hora de tomar decisiones. Aunque no hubo tiempo para llegar a un acuerdo sobre el modelo de huelga a seguir, tengo la sospecha de que muchos profes se fueron a casa con los deberes hechos, sabiendo que en una auténtica asamblea todo se decide colectivamente, desde la composición de la mesa hasta el orden del día que se va a tratar.
Aparte de eso, las intervenciones que escuchamos en aquella asamblea en torno a la estructura que estaba tomando el movimiento en asambleas de centro y zona, hacen suponer que muchos profes sin filiación sindical van a comprometerse seriamente, durante todo el proceso de movilizaciones, para que los acuerdos tomados por cada una de las asambleas de sus centros de trabajo (el primer y máximo órgano de decisión) se transmitan de forma transparente a las diferentes asambleas de distrito, y luego a la asamblea provincial. En ese sentido, cabe destacar la herramienta desarrollada al alimón por un profe de informática y un cerebrito alumno suyo para volcar las informaciones emanadas de las distintas asambleas en un foro compartido: www.docentesconeducacion.es. Si ustedes le echan un vistazo a la web y la ponen al lado de los arcaicos cuestionarios que CCOO y UGT estuvieron mandando a los trabajadores de la enseñanza madrileña para uso y disfrute de sus cachazudos delegados, se darán cuenta de lo que está pasando en el escenario de las reivindicaciones laborales de este país, y tal vez del mundo.
En estos momentos, una herramienta informática verdaderamente horizontal y bien desarrollada puede conseguir que un colectivo de trabajadores se organice efectivamente y luche. Si los docentes madrileños son capaces de utilizar de una manera consciente esas nuevas tecnologías que algunas personas conscientes están poniendo en sus manos, es posible que su lucha se encamine más hacia la radiante frescura organizativa de la Acampada Sol que hacia la pachorra premeditada de los sindicatos de concertación, esos que desde hace veinte años vienen traicionando a los trabajadores de este país con su política de pactos con quienes ostentan el poder.
Y es que sí, señores. Los profes madrileños se han situado ahora en el punto de mira de eso que llaman la Revolución Global. En verdad, el momento que se está viviendo en España podría ser muy importante. Igual que ocurrió con la central sindical tunecina UGTT a los pocos días del mes de enero de 2011, las cúpulas de los sindicatos CCOO y UGT, bien asesoradas por quienes los financian y sostienen, están intentando recuperar de repente el monopolio de la movilización social que el 15M les arrebató por arte de magia y que por primera vez en muchos años ponía en riesgo la estabilidad del sistema. Ayer, por ejemplo, CCOO y UGT, después de no sé cuántos meses sin dar señales de vida, movieron toda su maquinaria de correos electrónicos y llamaditas a los centros de trabajo de Madrid para que sus simpatizantes acudiesen a una manifestación contra la reforma constitucional, a las 7, entre Cibeles y nuestro maravilloso Sol. Sus dirigentes saben perfectamente que el 15M, agostado después de un mes de ajetreos y carreras delante de los antidisturbios, flojeó un poco en sus manifestaciones frente al Congreso de los días 30 y 31 de agosto, y 1 y 2 de septiembre. La huelga de profesores en Madrid es el tubo de ensayo en el que esos sindicalistas a sueldo prentenden encontrar el elixir que les devuelva las fuerzas. Se piensan que si el experimento les sale bien y recuperan su protagonismo, podrán canalizar la “Spanishrevolution” hacia lo que a ellos sólo les interesa: que la derechona no llegue al poder, que se mantengan sus privilegios dentro del régimen establecido. En vez de extinguirse avergonzados tras el estallido de Sol, ahora los sindicatos amarillos quieren aprovechar la coyuntura para reinstaurar su modelo dinosaurio de manifestaciones de repulsa y pataleta el día después de cada nueva reforma, de cada mazazo a la clase trabajadora de nuestro país. Quieren que sus militantes de base vuelvan a salir a la calle a enseñar sus chaquetas de pana y sus banderitas, mientras ellos continúan alimentándose de lo que para sí caza la alimaña, agazapada en los escaños del Parlamento, en las oficinas centrales de los bancos, en los comités de las grandes empresas.
Pues que lo hagan. Así lo ha entendido la Asamblea Popular del Barrio de las Letras, que se sumó a la manifestación de CCOO y UGT ayer bajo el socarrón lema de "Sindicatos, gracias por venir" (http://letras.tomalosbarrios.net/2011/09/05/manifestacion-contra-la-reforma-de-la-constitucion-martes-6-de-septiembre-a-las-19h/). Bien sabe la gente de las Letras, como la de los demás barrios de Madrid en lucha, que el movimiento 15-M va a ir por un camino bien diferente al hasta ahora mostrado: en los próximos meses idearemos acciones más inteligentes y más combativas que las de las procesiones con batucada hasta el Congreso de los Diputados. La PAH, por ejemplo, ya ha anunciado su nueva estrategia frente a los desahucios, que se llama, con todas sus letras, “okupación” (http://afectadosporlahipoteca.wordpress.com/). El Grupo de Vivienda de la Asamblea Popular de Lavapiés acaba de hacer público un comunicado en que exige un alquiler social universal y la reducción de los alquileres de los pisos de su barrio en un 25%, amenazando con una huelga general de inquilinos si no lo consigue. Las acciones de desobediencia civil irán surgiendo como setas desde los grupos de trabajo de Sol, para desconcierto de las autoridades. Las asambleas de los diferentes barrios caminarán hacia la instauración de redes de apoyo basadas en la autogestión y la solidaridad, donde a los sindicalistas a sueldo, como a los politicuchos, se les verán las orejas en cuanto asomen.
Finalmente, y al margen de los vaticinios sobre la protesta social que se verá este otoño en España, creo que los profesores asambleados hace dos días en la Puerta de Toledo de Madrid, han aprendido una última cosa importante: que su unidad al margen de los sindicatos les hace muy muy peligrosos. No en vano, cuando iban a decidir si secundaban la huelga del día 14, la Policía Nacional intervino para desalojarlos, con la excusa de que se había pasado la hora de fin del evento legalizado allí por la plataforma Soy Pública. No los dejaron en paz a los profes ni siquiera cuando bajaron pacíficamente hasta la plaza del Campillo a intentar continuar con su asamblea. Este redactor observó en esa plaza una escena que le traía buenos y malos recuerdos. A los cinco minutos de estar sentados en nuestra nueva ubicación, rondando las 10 de la noche, un policía de paisano, con barba de muchos días y mochila marrón vacía de libros, se plantó de pie en el margen izquierdo de la asamblea, según se miraba al moderador. Las ojeadas sañudas que repartía a diestro y siniestro, evitando cruzar la mirada con nadie, tenían el sello de garantía de la Academia de Policía de Ávila. Muchos de los allí presentes quizá no se dieran cuenta, pero el bien adiestrado funcionario estaba buscando profesores con cara de terroristas, docentes subversivos que por su aspecto o vestimenta anduvieran planeando acabar con el sistema (el educativo y el otro). Mientras él se infiltraba pensando en la ETA, Al-Qaida, y unas Panteras Negras pintadas con tiza, yo me acordaba del 17 de mayo de 2011 en la puerta del Sol, la madrugada del desalojo, cuando ese mismo policía, o uno igual que él, venía a husmearme la cocorota cada cinco minutos. Me dio, como decía, mucho gusto y congoja.
Porque el hecho de que los profes de Madrid se sentasen juntos en medio de una plaza pública, igual que la gente que durmió en Sol después de la mani del 15-M, en realidad sí es un acto muy peligroso, que ni los propios policías comprenden. Al final, una docena de ellos, estúpidamente transportados hasta allí en tres nuevísimas lecheras (para las armas de la Policía no hay recortes) se encargaron de disolver la primera asamblea general verdadera de los profes madrileños, aplazada hasta el próximo viernes por la tarde en el Palacio de Cristal del Retiro.
Y unas pocas horas después de que la Policía Nacional hiciera el trabajo sucio, ayer al mediodía, los cinco empresas de consultoría laboral mayoritarias en el sector de la enseñanza secundaria madrileña, CCOO, CSI-F, FETE-UGT, STEM y ANPE, anunciaron a bombo y platillo, y por su cuenta y riesgo, un paro general de profesores de secundaria el próximo 14 de septiembre en Madrid, el día de comienzo de las clases en los institutos. Además, han organizado, para hoy a las 6 de la tarde, una concentración frente a la Consejería de Educación de la Comunidad de Madrid. Y mañana día 8 por la tarde, una reunión de "puesta en común" entre los representantes de las diferentes zonas educativas de Madrid.
Esperemos de todo corazón que los profes de Madrid sepan convertir esa cita de mañana en una verdadera reunión de delegados elegidos limpiamente por las asambleas de distrito. Por si acaso, y para protegerse de una posible traición, el sindicato CGT ha solicitado ya formalmente la legalización de la huelga de profesores en todos los días posteriores a ese 14. Por lo mismo, el sindicato CNT ha vuelto a reiterar su compromiso de asistencia jurídica a todos los profes que decidan continuar la huelga más allá del 14 de septiembre.
Pero en realidad da igual lo que digan la CNT o su enemiga hija la CGT: todo dependerá de lo que quieran hacer con sus vidas los profes.