lunes, 31 de mayo de 2010



Adrew Bujalski
Beeswax (2009)

viernes, 28 de mayo de 2010

Boda americana


Atom Egoyan
Speaking parts (1989)

jueves, 27 de mayo de 2010

El empresario español (y la piscina)



Carlos Saura
El jardín de las delicias (1970)

miércoles, 26 de mayo de 2010

Con todos ustedes: el Gran Zucco (artista local)




Balnearios
Mariano Llinás (2002)

martes, 25 de mayo de 2010

Miliqui, Gabi, Fofó, qué peste

Los mensajes de las letras de la salsa vieja son inextricables...





Héctor Lavoe y Willie Colón
"Eso se baila así"
Crime Pays. Fania Records, 1972

La independencia de EEUU

Hola, R.

Pues yo prefiero que no escribas nunca tu bestseller y que sigas siendo un tipo íntegro, y, sobre todo, con buen gusto para el cine.

Sobre Pedro Costa hicieron un ciclo aquí en la Filmoteca el año pasado, pero lo pillé casi terminando y sólo conseguí ir a ver un par de sesiones de mediometrajes. Eran unos vídeos un poco descabezados y sin concierto, aunque me encantó uno sobre los caboverdianos de los suburbios de Lisboa, una pista que quedó por ahí apuntada en el cuaderno de las cosas para husmear y que ahora que me lo dices volveré a recuperar.

Por desgracia, de aquel ciclo de Pedro Costa, lo que me quedó más marcado fue lo siguiente. Estábamos en la puerta del cine, dudando si entrar o no a una sesión de título Memories. Como no sabíamos nada del portugués ese con fama de ex punkie, yo propuse todo servicial ir a buscar el programa y leer atentamente la sinopsis de aquella extraña cosa subtitulada "Episodio de Pedro Costa: A caça ao coelho com pau / The Rabbit Hunters."

La sinopsis decía, textualmente: "La segunda de las bagatelas de Costa sobre el complejo monumental de Juventude em marcha y sobre el entorno del personaje de Ventura, después de Tarrafal." Tócate los cojones. ¿Te haces a la idea de la cara que se le queda a uno?

Me acuerdo de que estuvimos leyendo palabra por palabra aquel parrafito, intentando descifrar su recóndito significado. Y me acuerdo de releerlo en voz alta otras dos veces más, hasta que nos dio la risa tonta. ¿Pero quién era el gilipollas que hacía los folletos de la Filmoteca? Luego seguro que era de los que se quejan de la falta de difusión del cine independiente. Qué tío desubicado.

Por supuesto, el grueso del grupo se fue a tomar cañas y yo como campeón friki fui el único que entré en la sala, para conocer a ese hombre honesto y comprometido que tú ahora me recomiendas.

Así que en cinco minutos, en cuanto termine este email, me bajo a la sala de máquinas de mi factoría pirata y me pongo a bajar En la habitación de Vanda. He oído que es una peli durísima, así que iré tomando un buen protector de estómago (y un limpiador de espíritu) para la noche en que la vea en casa.

Por cierto que si quieres completar tus provisiones cinematográficas con cualquier cosa de mi humilde factoría, por aquí quedamos a tu disposición, siempre que lo necesites. No tienes más que decir esta boca es mía, y te haremos llegar hasta Chinchenati algún DVD jugoso. Siempre y cuando, por supuesto, a la vuelta del correo nos llegue algo semejante para completar nuestros archivos.

Porque tú te quejas mucho de tu aislamiento ohiano, pero en realidad no creo que estés tan mal. De hecho, me da la impresión de que en el cine norteamericano actual está pasando algo bueno, a lo que seguro que puedes acceder mucho antes que nadie. Parece que por fin está surgiendo un cine reindependiente (independizado de las pasteladas esas de supuesto cine independiente que arrasan en Sundance y que tanto daño le hacen al mundo). Me refiero a unas historias pequeñas, sencillas, con actores no profesionales y buenos fotógrafos, que van llegando aquí con cuentagotas pero que seguro que ya a estas alturas deben de ser un mar allí en tu país.

El domingo, precisamente, fui a ver una de ellas. Se llama Beeswax, y es de Andrew Bujalski, de 2009. Está hecha en Austin con chicos de Austin y cuenta una historia, a mi manera de ver, muy correcta. Enseguida recordé que habíamos visto cosas muy parecidas últimamente, muy parecidas en la manera de narrar, y que también nos habían gustado mucho. Una de ellas se titulaba Go get some rosemary, de Ben & Joshua Safdie, también de 2009. Y muy poco antes The exploding girl, de Bradley Rust. Y À l'ouest de Pluton, de los quebecoises Henry Bernadet & Myriam Verreault. 2008. Más de lo mismo, pero de lo mismo, en mi opinión, muy bueno.

Esas pelis ya te aseguro yo que son imposibles de encontrar aquí, por más que uno le ponga aceite a los pistones de la quemadora.

Así que no me llores, que no. Que eso (lo de vivir en Ohio) no es na, camará.

Un abrazote,


Favila



P.S. Si me contestas este mensaje hablamos Sobre Elly, y sobre un tal Khachatrian, maestro artesano armenio. ¿Vale?

viernes, 21 de mayo de 2010

El archivo de Basilio Martín Patino

Ayer vimos el documental Celuloide colectivo. Cine en guerra, de Óscar Martín (2009), que trata sobre la colectivización de los medios audiovisuales por la CNT en los años y meses anteriores al Golpe Militar.

Allí aparecía, entre otros, nuestro querido Basilio Martín Patino. En un momento, resolvió aquella pregunta que con tanta mala leche nos hacíamos hace unos meses: ¿cómo cojones consiguió el material audivisual para montar sus documentales de los años 70 (Canciones para una guerra, 1971, y Caudillo, 1974)? ¿Dónde, cuándo y con qué amigos consiguió sacarlo a la luz para impresionar a los espectadores futuros y arreglarse de paso su propia carrera profesional de por vida?

Yo había sospechado de su entereza moral, y dudaba de su cantinela de haber hecho sus películas "en la clandestinidad". De hecho, después de ver su espantosa Octavia, adivinaba un personaje oscuro, un doble agente cultural capaz de conchabarse hasta con el más faccioso para poder labrarse un porvenir en el mundillo del cine. Y más viendo cómo hace unos meses, sin ningún pudor de su parte, fue comisionado por el gobierno del PSOE para hacer no sé qué exposición en el Pabellón de España en Shangai.

Sin embargo, si es verdad lo que Patino decía en el documental de ayer, he de comerme mis sucias palabras una vez más. Al parecer, cuando triunfó la Revolución de los Claveles en Portugal, un importante archivo que hasta entonces había sido custodiado celosamente por los militares quedó abierto al público, y él consiguió hacerse con un montón de películas rodadas en España en los años 30 y 40. También contaba que él mismo se trajo las cintas (las copias, supongo) escondidas en bidones para que no se enterase el moribundo general.

¿Y cómo consiguió meterse en las casas de los verdugos cuando todo el mundo civilizado clamaba por que el Dictador acabase con las ejecuciones sumarísimas? ¿Y cómo...?

Bueno, dejémoslo por hoy.

De momento, ahí le van mis más sinceras disculpas, compañero Patino.



Barcelona trabaja para el frente.
Laya Films (1936)

jueves, 20 de mayo de 2010

Mal Polonia

Y siguiendo con la misma hipótesis, y a juzgar por lo que vimos ayer (El tiempo para mañana, de Jerzy Stuhr, 2003, una supuesta muestra del cine independiente de aquel país, ganadora del premio de la FIPRESCI en el Festival de Wiesbaden), y por lo que vimos hace poco (Katyn, una fantasmada de época del antiguo cineasta Andrzej Wajda), nos atrevemos a decir que Polonia anda muuuuy pero que muuuuy jodida.

Haciendo gala de su fama de pueblo beato y agilipollado, vamos.

Muchos aviones deberían estrellárseles para que cambiase un poco su forma de hacer cine...




Pogoda Na Jutro.
Jerzy Stuhr (2003)

martes, 18 de mayo de 2010

Canino

A mí me gusta pensar que el cine es el reflejo de la sociedad, la política de un país.
Aquí hemos hablado del maravilloso cine iraní, su lucha inteligente contra la barbarie y la represión. Y al contrario, de cómo el fin de la censura y la llegada del "estado de bienestar" volvió ñoños y acomodados a los realizadores españoles. También hemos hablado del muy correcto cine alemán y japonés de nuestros días, del éxito comercial del docudrama brasileño, espejo inmoral de una potencia que emerge a costa de sus masas de miserables. Hemos hablado del aliento radical del cine ruso (Shultes, de Bakur Bakuradze, 2008) y del milagro rumano, retrato rebelde y necesario de una sociedad podrida en la crisis del capital.
Pues bien, si es cierto eso que a nosotros nos gusta pensar, algo muy gordo está pasando de verdad en Grecia. Diosabe si lo que ocurre en sus calles en estos días será el eslabón perdido en este mundo de mierda o la mecha que lo vaya quemando para que porfín empiece a oler mejor. En todo caso, en el cine griego ha ocurrido algo insólito, maravilloso. Se llama Kynodontas, y ha venido para tocarles las narices a los civilizados espectadores de toda Europa.



Kynodontas
Yorgos Lanthimos (2009)

lunes, 17 de mayo de 2010

Una de rumanos

My beautiful Dacia (tráiler)
Julio Soto & Stefan Constantinescu (2009)



Starring: Miodrag Belodedici

viernes, 14 de mayo de 2010

Extremidades



Shultes.
Bakur Bakuradze (2008)

miércoles, 12 de mayo de 2010

Recorte



Jean-Luc Godard
The Old Place (1998)

martes, 11 de mayo de 2010

Delfín hasta el fin

El documental es una fantasmada, obviamente, por eso ganó el óscar este año pasado.
Pero nos deja una escena para reflexionar.
Ahí tenemos a los ecologistas yendo a filmar el escenario del crimen: una bahía donde se matan delfines para venderlos luego como carne de ballena. Una gringa submarinista del equipo se echa a llorar al ver una cría de delfín desangrándose y, luego, otra vez, al recordar la escena estando en casa junto a su marido. Los pescadores japos se le ríen a la cara al verla hacer pucheros y le dicen adiós con la manita...



Louie Psihoyos.
The Cove (2009)

viernes, 7 de mayo de 2010

Un trío



Atom Egoyan.
Calendar (1993)

jueves, 6 de mayo de 2010

"Me la crescevo io"



Pippo Mezzapesa.
Pinuccio Lovero. Sogno di una morte di mezza estate (2008)

miércoles, 5 de mayo de 2010

Bosques

Un parecido razonable...


martes, 4 de mayo de 2010

Pirañón


Pippo Mezzapesa.
Come a Cassano (2005)

lunes, 3 de mayo de 2010

Egoyan, Médem y la economía familiar



Bueno, he de decir que la Adoration de Atom Egoyan es una gran película, y eso que es de 2008, después de su pretendido salto al cine masivo.

Ayer, mientras la veíamos, nos dábamos cuenta de que no es tan fácil juzgar el cine de Atom Egoyan como habíamos hecho el otro día, o sea en función del volumen de público que pretenda atraer. Porque en realidad sus obras tuvieron siempre mucho de dramón de sobremesa, de peli fabricada a bajo coste para la tele norteamericana.

A ver si me explico.

No creo que sea algo que me pase a mí solo; yo creo que cualquier espectador de mi edad, al enfrentarse a cualquiera de las pelis ochenteras de Atom Egoyan (Speaking parts, Family Viewing, In this corner), tendrá la sensación de estar volviendo a la adolescencia, de estar viendo otra vez alguna de esas americanadas que echaban en la tele los fines de semana después de comer. Y Adoration, veinte años después, a ratos también parece una de esas pelis que todavía hoy ponen los domingos en Antena 3: una historia ñoña de autosuperación, donde hay un amuleto, un final con moralina..

Pero Egoyan es un mago. A nada que te despistas, sus pelis empiezan a plagarse de dobles intenciones, de cuestiones psicológicas y morales realmente duras, que van desdibujando ese marco de dramón televisivo, demostrando que ése el soporte para contar otra historia.

Y otra cosa que también pensaba mientras veía esa película es que Egoyan y Médem tienen mucho que ver. No es que coincidieran por casualidad en la adolescencia de uno. Ahora me doy cuenta de que eran primos hermanos, y que había algo muy potente que de alguna forma los unía. Quizá ese caminar airosos por la cuerda floja del espectáculo cursi.

Pero Atom Egoyan, con sus caídas sin red y todo, todavía me gusta un montón. Me parece un filósofo cabezota, fiel a sus obsesiones. En cambio Médem no creo que se merezca ese último voto de confianza. No me da la gana de colaborar a mantener su economía familiar yendo a ver su última peli.

Si no, juzguen ustedes el cartel que inunda las paradas de autobús de todo Madrid...






Adoration
Atom Egoyan (2009)