martes, 8 de abril de 2008

Reencuentro


Bonita prosa, hermano.

¡Qué alegría encontrarte de nuevo!

Hay un par de cosillas que me fastidian del reencuentro, pero me las guardo para luego, cuando estés más despierto, porque por supuesto son mucho menos importantes que el hecho de haberte encontrado.

De momento te cuento que estoy en la Ciudad de Sylvia, como te dije viviendo (por fin solo) en un barrio original, en un apartamento diminuto. Trabajo como periodista en una empresa que no me paga y, cuando lo hace, me ingresa lo justo para comer bien, cumplir con la renta y hacer un viajecito de vez en cuando.

Doy clases de inglés ("if if, I don't river of you") y de literatura. Me gusta cocinar y casi no leo, de lo que me avergüenzo. Me agrada coleccionar plantas, y una vecina palmirana que tengo me reconoció el otro día mi buena mano con las "maticas".

De mi "ph degree" yo hice mi parte, y ahora sólo falta que la autoridades de la Universidad de Springfield me lo reconozcan. Espero que el título me llegue a Lavapiés en el verano, y me pueda enjugar los sudores con él. En todo caso, nunca presumiré de ello, aunque debería, porque creo que fui valiente, aguanté el tipo, y no me bajé los pantalones para conseguirlo. Tú sabes muy bien que Estados Unidos no es un lugar para vivir y sus habitantes no son buenos compañeros de viaje.

Tengo una sobrina, que crece a unas paradas de metro de mi casa, y que es el principal motivo por el que volví a mi tierra. Además, estoy acercándome a los 30 y, creo, a la famosa crisis o reventón de la burbuja veintenaria, que pensé que sólo les explotaba a los desprevenidos. Prefiero que si la hay (la crisis), esté yo cerca de casa.

El día que cumpla años me he propuesto abandonar a lo solemne la noche, y dejar de gastar mis fuerzas, dinero y salud rumbeando por bares y discotecas donde cada vez se distinguen mejor recién nacidos, adolescentes y rezagados. De todas formas, en un par de años (cuando Illari diga "tío, ¿qué pasa?") volveré a salir corriendo de esta tierra mía, para cali-ficarme, descalcificarme y buscar un poco de ese caos tercermundista que tanta salud y conciencia nos da a los indolentes habitantes del primer mundo.

No te quejes, que ya te hecho el resumen de mi vida tal y como me pediste.
Ahora te toca a ti, si quieres y el fluido eléctrico te acompaña.

Te mando un abrazo, extensible a todo el Vallecauca,

Favila